sábado, 27 de septiembre de 2008

Complicidad de la Víctima

Muchas veces en conversaciones familiares cuando se ha tocado el tema de la CVR (a parte de fútbol, la religión, la política y los últimos chismes de bailando por un sueño), me tengo que enfrentar a un tío que es un militar retirado, a un primo que es aprista y otro fujimorista ¡Que bonita familia! Mi posición es a favor de la CVR y se podrán imaginar que siempre se arma un debate candente.
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Ahora quiero continuar con el debate analizando la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en relación a los sucesos ocurridos en el Penal Miguel Castro Castro en mayo de 1992 (http://gaceta.tc.gob.pe/cidh-caso.shtml?x=1803). Luego que mis familiares en mayoría cuestionaron duramente mi posición tuve que estar ausente en algunas reuniones familiares. Me fuí a la clandestinidad para repensar algunos puntos criticos del discurso de los Derechos Humanos (DDHH) en que es necesario profundizar en caso que ustedes también tengan una botina familia.

Irónicamente la sentencia de la CIDH se articula con las argumentaciones de mis familiares que no creen y aborrecen a la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Ellos señalan que la CIDH comprueba que los defensores de los Derechos Humanos sólo defienden a terroristas para culpar a las fuerzas armadas. La sentencia en cuestión considera a los senderistas asesinados en el Penal Castro Castro como “victimas”. Lo mismo opina la Sociedad Civil que asumen la defensa irrestricta de los DDHH: por algo no es gratis la convicción de Javier Ciurlizza en afirmar que los senderistas son “victimas”. Entonces la victimización de los senderistas viene a ser la posición afirmativa de los DDHH, lo cual no simpatiza con el partido de gobierno (APRA), los militares y mi bonita familia (APRA-Fujimorista).

El debate: víctimas vs criminales

El debate que se realizó luego de la sentencia entre los defensores de Derechos Humanos y los sectores que están en contra de la CVR se basa en la dicotomía víctimas vs criminales. Para un sector de la sociedad peruana los senderistas asesinados en Castro Castro son víctimas y para otro sector los senderistas muertos fueron criminales. Esta dualidad antagónica agudiza el sinuoso camino de la Reconciliación Nacional porque cada sector tiene su propia verdad.

El psicoanalista Jaques Lacan señala “que la verdad tiene estructura de ficción”, lo mismo sucede con las verdades expuestas en el debate dicotómico sin salida. Por un lado se estructura la “imagen legal de la verdad” respaldada por los defensores de los DDHH y, por otro lado, se estructura el “sentido común de la verdad” respaldada por los apro-fujimoristas. Centraré mi análisis en el primer tipo de verdad para ir más allá de la imagen legal que amolda una verdad absoluta por medio de medias verdades.

Para empezar mi posición discrepa con ambas verdades porque los senderistas asesinados no son víctimas ni criminales. Entonces ¿Qué son? Responderé la interrogante a través del método dialéctico hegeliano donde planteo como síntesis (negación de la negación) que los senderistas son “cómplices de su victimidad”. Es necesario preguntar ¿Qué tan víctima es la víctima? y ¿Cuál es la complicidad que tiene la víctima con su victimario? Las interrogantes tienen como objetivo analizar las fisuras de la imagen congelada e inmóvil de la víctima para visualizar su agencia social como víctima en relación con el victimario y conocer el grado de complicidad. Es importante historizar el papel de la víctima porque de lo contrario se puede caer en una esencialización de la víctima estructurando al “Otro victimado” puro y homogéneo. Estas imágenes estáticas y legales de la víctima no permiten analizar los casos donde existió la complicidad.

Según las conclusiones de la CVR Sendero Luminoso inició la Guerra Interna en 1980 (luego el MRTA) bajo su libre albedrío. Ellos iniciaron la guerra frontal contra el Estado bajo la consiga revolucionaria ¡Patria o Muerte: Triunfaremos! Los subversivos eran concientes que iniciaban una guerra y no eran ajenos a las consecuencias de dicho enfrentamiento: los militantes subversivos entregaban su vida, cuota de sangre, por la causa revolucionaria. En la guerra cualquier hueco es trinchera y el penal Castro Castro no fue ajeno a la violencia política, donde los senderistas (convictos y confesos) encontraron el fin que ellos buscaron en las "Luminosas Trinchereas de Combate", siguiendo las pautas de su consigna revolucionaria.
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En los militares existe algo parecido que se puede ejemplificar por medio de una canción, cuya letra dice: “Si te metiste a soldado ahora tienes que aprender”. Los militares también eran concientes que la defensa a la patria implicaba sus consecuencias sangrientas: “la vida por la patria”. La verdad de los hechos es que la lucha frontal entre ambas maquinas de guerra hicieron salpicar sangre de “civiles inocentes”.

Por este motivo, es necesario ir más allá de imagen legal de la verdad porque es una imagen que congela a la víctima donde todas las “víctimas son iguales”. No es lo mismo las victimas que buscaron su propio final entregando su vida a la causa revolucionaria o a la patria que las victimas inocentes. Cada caso de victimidad tiene su propia historia. Sí por un lado la verdad legal es irrefutable porque todas las víctimas son iguales ante la ley y los Derechos Humanos; por otro lado, a través de las ciencias sociales se cuestiona la homogeneidad absoluta de las víctimas para mostrar que la imagen de la verdad legal oscurece la historia de las complicidades en el periodo de violencia política en el Perú. La Sociedad Civil que defiende los DDHH se vuelven, sin querer queriendo, cómplices de la imagen legal de la semi-verdad.
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Los cómplices de la imagen legal de la verdad

Los defensores de los Derechos Humanos señalan que ellos no equiparan a la víctimas de SL y el MRTA con sus victimarios terroristas, pero más enfatizan, en sus constantes pronunciamientos en medios escritos y televisivos, que la igualdad de las víctimas ante la ley “donde el Estado de Derecho debe comportarse a la altura ética y legal que exige una verdadera democracia”. Esta imagen legal de la verdad difiere del sentir de miles de peruanos que sufrieron las consecuencias de la Guerra Interna iniciada por Sendero Luminoso y el MRTA. Esta brecha es aprovechado por la verdad del “Sentido Común” como es el caso de la Municipalidad del Distrito de Jesús María donde se intentó cerrar el memorial del “Ojo que Llora” para interrumpir el proyecto la “Alameda de la Memoria”. El discurso legal discrepa con la realidad social. Faltan canales y códigos que intermedien entre lo legal y lo real para evitar malos entendidos.

Señalo que las ciencias sociales difieren con la monolítica visión legal de vardad que transforma a todas las víctimas como un todo homogéneo. Entonces bajo la lógica de la complicidad de las víctimas se tiene que buscar la verdad de los hechos y de las víctimas también por medio de una tipología. Más allá de la ley no todas las víctimas son iguales. Coincido con Javier Ciurlizza cuando señala: “puede ser cierto que a la sentencia le faltó una reflexión sobre el significado del contexto y las implicancias de Sendero Luminoso en el goce y disfrute de los derechos fundamentales” Pero más que un “puede ser cierto” yo diría "es totalmente cierto” porque a la corte le falto una reflexión del contexto. También coincido con Rosa María Palacios al señalar que a la corte le faltó sensibilidad social.

Las consecuencias de la fría y legal sentencia de la corte -compuesto por jueces extranjeros con pecho frió- es que más peruanos desconfíen en la posición de los Derechos Humanos en el Perú de hoy: “porque los defensores de DDHH sólo defienden a los terroristas”. Por ese motivo Alan García caprichosamente planteó como salida democrática un referéndum para aplicar la pena de muerte de terroristas (y violadores de niños). Imaginémonos radicalmente si el caudillo democrático lograra su cometido, entonces el remedio de reparación que exige la sentencia de la CIDH sería peor que la enfermedad. Los actores sociales que luchan por los DDHH serían cómplices que en sus reuniones y convocatorias siempre vayan los convencidos de siempre, para escuchar el rollo de siempre, por las mismas vacas sagradas de siempre en el templo de la verdad. La verdad sin complicidades, es decir, una media verdad.


A modo de conclusión

La imagen legal de la verdad no se puede disociar de la realidad científica social que va más allá de la verdad maniquea del Sentido Común”. Las consecuencias de los malos entendidos lo pagamos todos los peruanos porque las heridas de la memoria siguen abiertas. Ahora respondo a la última interrogante de la reflexión de Javier Ciurlizza: “Los militantes de Sendero Luminoso no los hace necesariamente semi-víctimas”. Claro, no los hace semi-víctima porque son cómplices de su victimidad.

Debo precisar que el ser cómplice de su victimidad no justifica para nada la violación a los Derechos Humanos. La importancia del concepto sirve para ampliar las coordenadas de análisis de la realidad social para entender y esclarecer hechos que se mantiene en la memoria de los peruanos.

Refuto la idea de la “victimización pura” de los senderistas asesinados por la sana necesidad de cuestionar algunas certidumbres del discurso de los DDHH que irónicamente adquieren “características de verdad revelada, de axioma que anula cualquier discusión” (Javier Ciurlizza). Esta es mi posición analítica para ir más allá de las certidumbres dicotómicas: victimas vs criminales.

Con el concepto de "complicidad de la víctima" saldré de la clandestinidad para reincorporarme a las reuniones con mi ¡bonita familia!. A parte de gorrear el respectivo lonche seguiré debatiendo y caminando por los sinuosos caminos de la Reconciliación Nacional.
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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Cómo No hacer una Tesis


..................(foto antes de la tranca celebratoria en Quilca)

Gracias al Perro del Hortelano Sanmarquino y sus defensores de opinión la memoria de la semana de Antropología se ha vuelto móvil. Se pensaba llevar a cabo en el mes de Mayo, pero el perro ladró y tomó la facultad; luego en el mes de Julio, pero el sanmarquino radical volvió a ladrar. Estoy convencido que estos estudiantes grafican al Perro del Hortelano porque no organizan la semana de antropología y no dejan que la celebren.
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Resulta que la Escuela de Antropología me había invitado (junto con otros colegas tesistas) para dar una conferencia sobre la experiencia de hacer una tesis. Hice una ponencia al paso, el cual no pude leer por obvios y hortelanos motivos. Pero el día de hoy (martes 30 de septiembre) por las actividades de la semana de antropología he logrado exponerlo y utilizo mi blog para compartir mis reflexiones sobre el tema en cuestión, bajo un toque de ironía analítica.
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Sobre el hortelano sanmarquino:
http://waroblog.blogspot.com/2008_05_01_archive.html#5854732875486135288

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En primer lugar debo agradecer a los organizadores del evento por invitarme a participar en esta mesa, la cual esta conformada en su mayoría por los jotitas viejos de la antropología. La metáfora de “jotitas viejos” lo utilizo desde un sentido analítico y, a la misma vez, irónico para representar y cuestionar la oculta realidad de nosotros que hemos optado por la modalidad de tesis para ser licenciados. Es decir, somos los nuevos “valores” etnográficos de San Marcos, pero con efecto retardado. La tardanza en cuestión es el pretexto para reflexionar sobre mi experiencia como tesista, el cual he sistematizado en la presente receta anti-gastronómica titulada: “Cómo no hacer una tesis: 4 consejos para sobrevivir en el intento”.

1. Duden del consejo de los demás.

Resulta irónico este consejo porque suena contradictorio, pero tiene su justificación. Hay que tener en cuenta la libertad del deseo del tesista, es decir, del sujeto, alumno, egresado que quiere y tiene la voluntad de investigar y/o proponer un trabajo de tesis. Este punto es importante analizar porque en varias ocasiones el deseo del tesista es disfrazado, manipulado y filtrado por el deseo del Otro, quien puede ser el profesor de un curso, el asesor de tesis, el jefe de práctica u otro especialista en la materia. Como bien lo señala Lacan el deseo del sujeto es en el fondo el deseo del Otro. Por este motivo, siempre hay que tener reparos del consejo de los demás. No debes creértela toda.

Para ello es necesario que uno deba estar seguro de su propuesta de tesis, la cual debe trascender el plan de investigación. Recomiendo entregar al asesor de tesis el avance del trabajo de investigación, una ponencia o la tesis terminada. Es mejor así porque cuando entregas el “plan de investigación” (de una o dos hojas) existe la posibilidad que se imponga inconscientemente el deseo del Otro. Que se plasme la visión del Otro sobre lo que debes hacer. Esto puede ocasionar la desmotivación del tesista. En cambio, si entregas el trabajo hecho eres automáticamente un antropólogo como autor y abres las puertas del dialogo. En mi experiencia lo primero que hice fue la investigación y luego el plan de investigación.

La situación irónica fue el día de mi sustentación de tesis, el pasado 18 de Abril, cuando en el ritual en cuestión empezó a hablar el asesor de la tesis: Pedro Jacinto. Resulta que Pedro me negó tres veces frente al jurado de tesis y el público asistente. No estaba convencido de mis planteamientos sobre la antropología urbana y mi visión del Museo de la Nación como una tecnología de la comunidad imaginada. Pero mantuve mi posición y salí con dos orejas del ruedo de la sustentación. Hasta la actualidad existe la discrepancia, pero mejor que sea así por el bien de la libertad de pensamiento y de la refutación. El tesista como autor debe enfrentar la crítica de los demás y no creerle todo al asesor.
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Antes que se me olvide, duden del presente consejo y de los demás.

2. Es preferible tener 1% de algo que tener 100% de nada.

Debo confesar que este consejo es inspiración del economista neoliberal, ex-Ministro de Economía y vende patria Carlos Boloña Ber, el cual he moldeado para hacer realidad el sueño de la tesis propia. La mejor forma de hacer la tesis es corrigiéndose y para esto es necesario escribir. La tesis es un laboratorio de ensayo y error de la práctica de la escritura. Luego de la escritura todo lo demás es floro e ilusión. Pero no tan ilusión como los “cursos de titulación” en donde surgen las últimas generaciones de colegas bambas que no escriben nada y son licenciados: los mantequilas. Ojo que no incluyo a los que escribieron sus tesinas.

Entonces para evitar ser mantequilla se debe fomentar el ejercicio de la escritura por medio de talleres (redacción, periodismo, narrativa, etnografía) en los alumnos y egresados. Crear una “cultura de la producción” por medio de artículos, ensayos, ponencias, entre otros. Participar en lo posible como ponentes de congresos de estudiantes o de investigadores profesionales porque el hecho de participar como protagonista de una mesa temática te motiva para escribir. También puedes aprovechar las conferencias donde tienes la libre opción de escribir tus ideas, como lo que estoy haciendo ahora. También puedes utilizar medios indirectos para tener la “cultura de la producción” como escribir tu diario, cuentos, poesía, novelas, cartas, correos electrónicos y, sobre todo, chatear todo el día.

En esta lógica recomiendo hacer sus propios blog, es decir, espacios virtuales donde expones, en formato de texto, tus ideas y reflexiones sobre la realidad cultural para que lo lean sus amig@s, enamorad@s, amigas cariños@s u otras personas que estén conectadas en redes de Internet. El objetivo es entrenar a la mano para escribir. Si es necesario copia artículos o ensayos de otras personas al estilo Bryce Echenique. Finalmente a la hora de la verdad es preferible escribir una página de la tesis que interrogarte tristemente por qué no lo hicistes nunca.

3. Lee las tesis para saber cómo no debes hacerlo.

Uno de los mitos que circulan en el imaginario colectivo de los estudiantes y egresados es creer que las tesis son difíciles de hacer, como si fueran productos imposibles. Para resquebrajar esa visión monolítica es necesaria la práctica de lectura intensiva de las tesis publicadas y, sobre todo, las no publicadas, aquellas que entran en el olvido empolvándose en las bibliotecas.

En la lectura de tesis se puede notar las estrategias discursivas de estructuración de las investigaciones. Es importante registrar los guiones de los textos, es decir, los índices. Resulta que en varias ocasiones el investigador tiene un conjunto de datos obtenidos en el proceso de investigación que no se pueden plasmar en el texto. El problema de la página en blanco. Una solución es aplicar el estilo japonés de producción en hay que copiar, igualar y superar. Entonces por medio de la comparación de las diversas tesis se podría lograr un resultado idóneo, vale decir, hacer un trabajo novedoso.

Me acuerdo en mi época de estudiante la existencia de un curso denominado “Análisis de Textos Antropológicos” en que lamentablemente sólo leímos separatas. Sería importante volver a introducir este curso en el nuevo plan de investigación con el objetivo de analizar y deconstruir las tesis evitando su marginación y olvido.

Una acción complementaria a la lectura de tesis es asistir a las sustentaciones de las mismas. No existe una política de la escuela que obligue a los alumnos y docentes a asistir a las sustentaciones. El periódico mural de la escuela no publicita la sustentación. En la última sustentación de tesis del colega Renato Merino había más gente en el jurado de tesis que el público asistente (dos personas). Entonces si no se leen las tesis y no se asiste a las sustentaciones se legitima el mito de la dificultad. Antes de pasar al siguiente consejo es necesario hacer una alarma analítica porque se están dejando de lado las tesinas producidas en los dos primeros cursos de titulación. Es urgente hacer una política de la escuela de antropología para evitar el anonimato de las tesinas.

4. Siempre habla sobre tu tesis, así no la tengas hecha.

Una estrategia para estar en el sinuoso camino de elaboración de la tesis es hablar sobre ella. Es necesario que otorgues vida a tu tesis empezando por el verbo. Una de las características de los antropólogos es que son buenos para hablar de temas que conocen a la perfección o de cualquier cosa que desconocen donde se hace relucir el arte de la invención.

Por ejemplo, se termina las celebraciones de la semana de antropología por medio de la Yunza. Este espacio es bueno para intercambiar ideas y pasos de baile. Siempre se forman grupos donde se conversa y chismea las cotidianidades de la escuela etnográfica y el Perú. Un tema de conversación puede ser sobre la tesis, es ahí donde te puedes lucir con la ayuda de unos tragos: uno mismo es con el floro científico social. La idea es que siempre existe un pretexto para hablar sobre la tesis. Así no la tengas hecha.

En mi experiencia como egresado me acuerdo que cada vez que venía a la Universidad para hacer trámites administrativos, me encontraba con amigos y colegas que habían egresado: un tema de conversa es sobre la tesis. Es interesante como hablar sobre la idea misma de la tesis porque te nutre y refuerza a la hora de investigar. Y sobre todo a la hora de redactarla.

Resulta que encuentras más facilidad en redactar las ideas que siempre enuncias hasta el cansancio (donde las principales víctimas son tus amistades más cercanas) que escribir sobre lo que no compartes ni hablas. Parafraseando al filósofo Descartes se puede decir que primero hablo sobre la tesis (pienso) y luego la redacto (existo). Luego del floro existencial puedes escribir la primera página y luego poco a poco terminaras la redacción de la tesis.

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Antes de terminar de leer esta receta anti-gastronómica para saber como no hacer una tesis es necesario que el alumno o egresado deba tener en cuenta dos pre-requisitos justos y necesarios. En primer lugar tener una base en metodología de la investigación científica que es un punto angular para elaborar la investigación. En segundo lugar tener pasión creativa para superar los obstáculos de la burocracia del “perro del hortelano” encarnado en la facultad de Ciencias Sociales que no hacen tesis, ni dejan sustentarla. El hecho irónico de mi experiencia es que me demoré más tiempo en tratar de sustentar la tesis que hacerla. Por estos motivos, sólo la pasión articulada en la investigación social puede lograr el objetivo de ser licenciado por la modalidad de tesis sobreviviendo en el intento para contarlo.
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Celebración anti-hortelano en Quilca:
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Algo sobre el chisme etnográfico que sustenté:
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