El año 2002 fue mi último año de estudios universitarios en San Marcos: la Decana Burocrática de América. Entre los cursos finales se encontraba "Estado, Etnia y Nación"; un curso justo y necesario e irónicamente ausente de la actual currícula antropológica. Una de las metodologías de trabajo en el curso se basaba en las exposiciones orales de los alumnos para generar reflexión y debate en el aula. En varias ocaciones la profesora del mencionado curso no tenía mucha paciencia en mi particular forma de exponer performativamente un texto. Le agradezco su preocupación en proporcionar varias fuentes teóricas para comprender las complejidades del poder en el Perú. Entonces cuando llegó mi turno expuse el “Manifiesto Inaugural del Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos”, donde me llamó la atención el marco teórico, el concepto subalterno y la confesión grupal1 de un grupo de intelectuales:
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“El trabajo de los Estudios Subalternos, una organización interdisciplinaria de intelectuales sudasiáticos dirigida por Ranajit Guha, nos ha inspirado a fundar un proyecto similar dedicado al estudio subalterno en América Latina”(1998:85).
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Este proyecto similar e interdisciplinario surgía por la necesidad en el continente sudamericano de revisar algunas categorías epistemológicas para (re)definir la esfera política y cultural de los subalternos al interior de sociedades plurales y hegemónicas. Bajo éste espíritu espistemológico realizaré una breve introducción a la teoría de Estudios Subalternos, cuyas premisas analíticas encajan, en algunos aspectos centrales, con la realidad poscolonial y subalterna en el Perú. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.
Los orígenes del Grupo de Subaltern Studies, según Saurahb Dube, se dan a fines de los años setenta, en el inicio de reflexiones de un grupo de jóvenes historiadores del sur de Asia, en los años ochenta las reflexiones se plasman en una revista que lleva el mismo nombre del grupo: “Estudios Subalternos”. El colectivo tiene como fin académico y político incorporar en la construcción histórica a las voces marginadas (grupos de campesinos, grupos étnicos, mujeres, entre otros) silenciados por la tradicional historiografía nacionalista hindú. El líder de este grupo fue Ranajit Guha, quien cuestiona las premisas del marxismo ortodoxo: la sociedad sudasiática se podía interpretar y analizar desde las divisiones de clases, donde prevalecen las estructuras económicas y las relaciones de producción.
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Los orígenes del Grupo de Subaltern Studies, según Saurahb Dube, se dan a fines de los años setenta, en el inicio de reflexiones de un grupo de jóvenes historiadores del sur de Asia, en los años ochenta las reflexiones se plasman en una revista que lleva el mismo nombre del grupo: “Estudios Subalternos”. El colectivo tiene como fin académico y político incorporar en la construcción histórica a las voces marginadas (grupos de campesinos, grupos étnicos, mujeres, entre otros) silenciados por la tradicional historiografía nacionalista hindú. El líder de este grupo fue Ranajit Guha, quien cuestiona las premisas del marxismo ortodoxo: la sociedad sudasiática se podía interpretar y analizar desde las divisiones de clases, donde prevalecen las estructuras económicas y las relaciones de producción.
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En cambio el Grupo de Estudios Subalternos sostiene la legitimación de una agencia histórica de los grupos campesinos y subalternos, pero más allá de la visión economicista de la sociedad. Para ello era necesario mostrar el papel que juega la cultura en los grupos subalternos para devolver la capacidad de representación, vale decir, la capacidad de construcción de historia de los dominados y/o subalternos. Se podría decir que el colectivo de Estudios Subalternos mostró la versión histórica de los actores sociales que supuestamente no producían historia.
Por ese motivo, la crítica empezaba por los límites y retrocesos de la historiografía marxista y nacionalista que motivó al Grupo de Sudasiático de Estudios Subalternos a cuestionar los macro-paradigmas que representaban a las sociedades coloniales y postcoloniales. La realidad social de los subalternos era monopólicamente representada por discursos hegemónicos tanto en las áreas de humanidades como de las ciencias sociales. Ranajit Guha critica la parcialidad de los historiadores que privilegian los hechos de los movimientos insurgentes en la historia de la India, registrados en agendas escritas. La historiografía tradicional se basa en las fuentes escritas que estructura la “historia oficial”, pero el detalle es que la escritura estaba monopolizada por las elites hegemónicas que son los que elaboran el discurso del nacionalismo hindú.
Ante el fetiche de la historia escrita que legitima el poder de representación historiográfica de los grupos hegemónicos emerge la propuesta de los Estudios Subalternos, en la que los grupos campesinos tienen libertad de acción y de producción de historia subalterna. La metodología que se utilizó fue la lectura “en reversa” con el objetivo de recobrar la especificidad cultural y política de las insurrecciones subalternas. Para Ranajit Guha es necesario:
“identificar la lógica de las distorsiones en la representación del subalterno por parte de la cultura oficial o elitista, y develar la propia semiótica social de las prácticas culturales y las estrategias de las insurrecciones campesinas” (Ibid:86).
Las elites representan a los subalternos como actores sin protagonismo de los hechos sociales, es decir, el subalterno en la historiografía oficial no está registrado como sujeto histórico capaz de resistencia (contra)hegemónica. La lectura en reversa muestra al subalterno con capacidad de actuar, moverse y de producir efectos sociales, vale decir, con agencia social para construir historia. Por ese motivo Ileana Rodríguez en su trabajo “Hegemonía y dominio: Subalternidad, un significado flotante” señala que la mencionada teoría intenta documentar los lugares de esta subordinación como “resistencia”. Otra metodología planteada por Guha es “escuchar la pequeña voz”, la cual logra encontrar un patrón de presencia del subalterno en la constitución pública de su discurso. Es decir, que la pequeña voz de la historia rompe el silencio unilateral de los grupos hegemónicos quienes construyen la memoria oficial de la nación. Ranajit Guha señala:
“si la pequeña voz de la historia tiene audiencia, lo hará interrumpiendo el cuento de la versión dominante, quebrando su línea del relato y enredando el argumento” (En Rodríguez, 1998:109).
Partha Chatterjee2 en una conferencia en San Marcos señaló que los Estudios Subalternos critican la premisa de los historiadores nacionalistas y de los historiadores de las academias británica y norteamericana, por la que los grupos campesinos eran pre-políticos; en cambio los únicos agente políticos son las clases medias y las elites que lideraron el proceso de unificación del Estado-Nación hindú. Ante esa tesis el grupo de Estudios Subalternos afirmaban que los grupos campesinos eran agentes políticos con sus propios intereses y razones. Pero existía una limitación para argumentar en cuanto a la existencia de la historia campesina, y era en los archivos históricos se registraban diversos “levantamientos armados” de los campesinos, pero escrito por las manos de burócratas estatales ‘no-campesinos’, quienes representaban por medio de la escritura a los subalternos: los grupos hegemónicos representaban a los subalternos como “rebeldes sin causa”. En ese sentido los historiadores del Grupo de Estudios Subalternos utilizaron los documentos desde el punto de vista oficial para analizar cómo los funcionarios estatales representaban a los campesinos en los periodos de levantamiento armado. En los archivos, según Chatterjee, se descubre que los campesinos crearon sus propias policías, leyes e impuestos, es decir, los subalternos hicieron una replica del Estado oficial (subalterno) para organizarse internamente y luchar por sus reivindicaciones sociales ante los grupos hegemónicos.
Desde la lectura en reversa y escuchando la pequeña voz se comprobaba que los grupos campesinos podían actuar políticamente, pero sólo adquieren esa capacidad de “agencia política” en los momentos de revueltas y rebeliones. En estos incidentes los subalternos muestran su personalidad autónoma. Finalmente Partha Chatterjee indica que en momentos normales y cotidianos los grupos campesinos o subalternos no actúan políticamente, y es en esos momentos donde sobresale el liderazgo de las elites nacionalistas que elaboran la historia de la India, representándose como los únicos protagonistas de la formación del Estado-Nación.
Volviendo al “Manifiesto Inaugural del Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos” es necesario señalar que se hace explícito otro axioma crítico y analítico. Se basa que el poder de las elites hegemónicas representadas en la burguesía nacional construye la ideología, la historia y la realidad del nacionalismo hindú para estructurar un puente entre el antiguo poder colonial y el sistema postcolonial. Este traslado de las herencias coloniales a la estructura moderna del Estado-Nación es un punto de convergencia entre los Estudios Subalternos con la corriente crítica poscolonial. Este punto también es compartido por la crítica de los estudios latinoamericanos, en el que el problema de fondo de los grupos subalternos está en la necesidad de (re)conceptualizar la relación histórica entre Estado, nación y el pueblo.
Según el antropólogo Ramón Pajuelo no resulta casual esta revisión de las estructuras modernas del Estado Nación porque los primeros representantes del poscolonialismo son de origen no europeos: Gayatri Spivak, Homi Baba, Edward Said, entre otros. La reflexión de los mencionados intelectuales establece un nuevo “campo” de construcción de conocimiento para la lucha anti-hegemónica poscolonial. Esta es la confluencia o punto en común entre la critica poscolonial con el Grupo Latinoamericano de Estudios subalternos.
Es necesario señalar la génesis de la categoría “subalternidad”. Fue inicialmente empleado por el italiano Antonio Gramsci3 para referirse a todo sujeto social que tiene rango inferior, vale decir, en una condición de dominio más allá de una clase determinada. Gramsci analiza a los sujetos subalternos quienes participan de una concepción del mundo impuesta por los grupos hegemónicos. La ideología hegemónica corresponde a su propia función histórica y no a los intereses de los subalternos. Los canales que fluye la ideología hegemónica son la escuela, la religión, el servicio militar, los periódicos, el cinematógrafo, etc. Los subalternos están dominados por una ideología que les llega por múltiples conductos que legitiman un sentido común que naturaliza las relaciones de poder. Por esa razón Antonio Gramsci plantea la necesidad de criticar el sentido común hegemónico para depurarlo y elevarlo al ‘buen sentido’ que es la visión crítica del mundo. No es gratuita la preocupación del autor por la cultura y su relación por las grandes masas (poblaciones) en sus maneras de sentir, percibir y entender su papel social en la realidad.
Gramsci también critica al marxismo ortodoxo porque se articula a un engranaje narrativo, en el que se legitima un “determinismo histórico” como producto de la división y luchas de clases. El autor utiliza el concepto “espontáneo” para romper con la secuencialidad histórica lineal determinista del tiempo. Lo espontáneo es lo que caracteríza la construcción histórica de las clases subalternas:
“no es resultado de ninguna actividad educacional sistemática de un grupo dirigente consciente, sino formulada a través de la experiencia cotidiana iluminada por el sentido común, verbigracia por la concepción tradicional popular del mundo, lo que poco imaginativamente es llamado instinto” (En Berveley 20005: 189).
Así Gramsci señala la posibilidad de libertad de acción de los grupos subalternos para construir historia. El hecho de que los subalternos no escriban su historia no significa que no la construyan; sus sublevaciones y revueltas contra los grupos hegemónicos son hechos históricos.
Esta propuesta gramsciana sobre el concepto subalterno es retomado por los historiadores del sudoeste asiático como una metáfora que expresa la condición del dominado, marginado y excluido más allá del termino de clase, es decir, casta, edad, raza, género, etc. Hay muchos subalternos que no tiene conciencia de clase, como el caso de los campesinos hindúes, que son influidos y dominados por los grupos hegemónicos. Por esa razón la propuesta de los Estudios Subalternos es visualizar la autonomía de los grupos subalternos para cuestionar las formas hegemónicas del Estado, nación y modernidad.
Para resquebrajar esta visión monolítica de la ideología y cultura hegemónica es necesaria la construcción de la historia no oficial, es decir, la historia de abajo. En ese sentido el reto de los Estudios Subalternos es considerar a los grupos subalternos como agentes de la historia que se reflejan en prácticas sociales concretas.
Por ese motivo, la crítica empezaba por los límites y retrocesos de la historiografía marxista y nacionalista que motivó al Grupo de Sudasiático de Estudios Subalternos a cuestionar los macro-paradigmas que representaban a las sociedades coloniales y postcoloniales. La realidad social de los subalternos era monopólicamente representada por discursos hegemónicos tanto en las áreas de humanidades como de las ciencias sociales. Ranajit Guha critica la parcialidad de los historiadores que privilegian los hechos de los movimientos insurgentes en la historia de la India, registrados en agendas escritas. La historiografía tradicional se basa en las fuentes escritas que estructura la “historia oficial”, pero el detalle es que la escritura estaba monopolizada por las elites hegemónicas que son los que elaboran el discurso del nacionalismo hindú.
Ante el fetiche de la historia escrita que legitima el poder de representación historiográfica de los grupos hegemónicos emerge la propuesta de los Estudios Subalternos, en la que los grupos campesinos tienen libertad de acción y de producción de historia subalterna. La metodología que se utilizó fue la lectura “en reversa” con el objetivo de recobrar la especificidad cultural y política de las insurrecciones subalternas. Para Ranajit Guha es necesario:
“identificar la lógica de las distorsiones en la representación del subalterno por parte de la cultura oficial o elitista, y develar la propia semiótica social de las prácticas culturales y las estrategias de las insurrecciones campesinas” (Ibid:86).
Las elites representan a los subalternos como actores sin protagonismo de los hechos sociales, es decir, el subalterno en la historiografía oficial no está registrado como sujeto histórico capaz de resistencia (contra)hegemónica. La lectura en reversa muestra al subalterno con capacidad de actuar, moverse y de producir efectos sociales, vale decir, con agencia social para construir historia. Por ese motivo Ileana Rodríguez en su trabajo “Hegemonía y dominio: Subalternidad, un significado flotante” señala que la mencionada teoría intenta documentar los lugares de esta subordinación como “resistencia”. Otra metodología planteada por Guha es “escuchar la pequeña voz”, la cual logra encontrar un patrón de presencia del subalterno en la constitución pública de su discurso. Es decir, que la pequeña voz de la historia rompe el silencio unilateral de los grupos hegemónicos quienes construyen la memoria oficial de la nación. Ranajit Guha señala:
“si la pequeña voz de la historia tiene audiencia, lo hará interrumpiendo el cuento de la versión dominante, quebrando su línea del relato y enredando el argumento” (En Rodríguez, 1998:109).
Partha Chatterjee2 en una conferencia en San Marcos señaló que los Estudios Subalternos critican la premisa de los historiadores nacionalistas y de los historiadores de las academias británica y norteamericana, por la que los grupos campesinos eran pre-políticos; en cambio los únicos agente políticos son las clases medias y las elites que lideraron el proceso de unificación del Estado-Nación hindú. Ante esa tesis el grupo de Estudios Subalternos afirmaban que los grupos campesinos eran agentes políticos con sus propios intereses y razones. Pero existía una limitación para argumentar en cuanto a la existencia de la historia campesina, y era en los archivos históricos se registraban diversos “levantamientos armados” de los campesinos, pero escrito por las manos de burócratas estatales ‘no-campesinos’, quienes representaban por medio de la escritura a los subalternos: los grupos hegemónicos representaban a los subalternos como “rebeldes sin causa”. En ese sentido los historiadores del Grupo de Estudios Subalternos utilizaron los documentos desde el punto de vista oficial para analizar cómo los funcionarios estatales representaban a los campesinos en los periodos de levantamiento armado. En los archivos, según Chatterjee, se descubre que los campesinos crearon sus propias policías, leyes e impuestos, es decir, los subalternos hicieron una replica del Estado oficial (subalterno) para organizarse internamente y luchar por sus reivindicaciones sociales ante los grupos hegemónicos.
Desde la lectura en reversa y escuchando la pequeña voz se comprobaba que los grupos campesinos podían actuar políticamente, pero sólo adquieren esa capacidad de “agencia política” en los momentos de revueltas y rebeliones. En estos incidentes los subalternos muestran su personalidad autónoma. Finalmente Partha Chatterjee indica que en momentos normales y cotidianos los grupos campesinos o subalternos no actúan políticamente, y es en esos momentos donde sobresale el liderazgo de las elites nacionalistas que elaboran la historia de la India, representándose como los únicos protagonistas de la formación del Estado-Nación.
Volviendo al “Manifiesto Inaugural del Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos” es necesario señalar que se hace explícito otro axioma crítico y analítico. Se basa que el poder de las elites hegemónicas representadas en la burguesía nacional construye la ideología, la historia y la realidad del nacionalismo hindú para estructurar un puente entre el antiguo poder colonial y el sistema postcolonial. Este traslado de las herencias coloniales a la estructura moderna del Estado-Nación es un punto de convergencia entre los Estudios Subalternos con la corriente crítica poscolonial. Este punto también es compartido por la crítica de los estudios latinoamericanos, en el que el problema de fondo de los grupos subalternos está en la necesidad de (re)conceptualizar la relación histórica entre Estado, nación y el pueblo.
Según el antropólogo Ramón Pajuelo no resulta casual esta revisión de las estructuras modernas del Estado Nación porque los primeros representantes del poscolonialismo son de origen no europeos: Gayatri Spivak, Homi Baba, Edward Said, entre otros. La reflexión de los mencionados intelectuales establece un nuevo “campo” de construcción de conocimiento para la lucha anti-hegemónica poscolonial. Esta es la confluencia o punto en común entre la critica poscolonial con el Grupo Latinoamericano de Estudios subalternos.
Es necesario señalar la génesis de la categoría “subalternidad”. Fue inicialmente empleado por el italiano Antonio Gramsci3 para referirse a todo sujeto social que tiene rango inferior, vale decir, en una condición de dominio más allá de una clase determinada. Gramsci analiza a los sujetos subalternos quienes participan de una concepción del mundo impuesta por los grupos hegemónicos. La ideología hegemónica corresponde a su propia función histórica y no a los intereses de los subalternos. Los canales que fluye la ideología hegemónica son la escuela, la religión, el servicio militar, los periódicos, el cinematógrafo, etc. Los subalternos están dominados por una ideología que les llega por múltiples conductos que legitiman un sentido común que naturaliza las relaciones de poder. Por esa razón Antonio Gramsci plantea la necesidad de criticar el sentido común hegemónico para depurarlo y elevarlo al ‘buen sentido’ que es la visión crítica del mundo. No es gratuita la preocupación del autor por la cultura y su relación por las grandes masas (poblaciones) en sus maneras de sentir, percibir y entender su papel social en la realidad.
Gramsci también critica al marxismo ortodoxo porque se articula a un engranaje narrativo, en el que se legitima un “determinismo histórico” como producto de la división y luchas de clases. El autor utiliza el concepto “espontáneo” para romper con la secuencialidad histórica lineal determinista del tiempo. Lo espontáneo es lo que caracteríza la construcción histórica de las clases subalternas:
“no es resultado de ninguna actividad educacional sistemática de un grupo dirigente consciente, sino formulada a través de la experiencia cotidiana iluminada por el sentido común, verbigracia por la concepción tradicional popular del mundo, lo que poco imaginativamente es llamado instinto” (En Berveley 20005: 189).
Así Gramsci señala la posibilidad de libertad de acción de los grupos subalternos para construir historia. El hecho de que los subalternos no escriban su historia no significa que no la construyan; sus sublevaciones y revueltas contra los grupos hegemónicos son hechos históricos.
Esta propuesta gramsciana sobre el concepto subalterno es retomado por los historiadores del sudoeste asiático como una metáfora que expresa la condición del dominado, marginado y excluido más allá del termino de clase, es decir, casta, edad, raza, género, etc. Hay muchos subalternos que no tiene conciencia de clase, como el caso de los campesinos hindúes, que son influidos y dominados por los grupos hegemónicos. Por esa razón la propuesta de los Estudios Subalternos es visualizar la autonomía de los grupos subalternos para cuestionar las formas hegemónicas del Estado, nación y modernidad.
Para resquebrajar esta visión monolítica de la ideología y cultura hegemónica es necesaria la construcción de la historia no oficial, es decir, la historia de abajo. En ese sentido el reto de los Estudios Subalternos es considerar a los grupos subalternos como agentes de la historia que se reflejan en prácticas sociales concretas.
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.Notas
1 El Grupo de Estudios Subalternos Latinoamericanos se formó en 1992 y su disolución formal fue en el año 2002. El Trabajo Colectivo se presentó en dos antologías editadas por Ileana Rodríguez: The Latin American Subaltern Studies Reader (Durham: Duker University Press, 2002) y Convergencia de los Tiempos. Estudios Subalternos Contextos Latinoamericanos (Ámsterdam: Rodopi, 2001).
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2 Del 15 al 17 de Mayo de 2006 se realizó en Lima un ciclo de conferencias titulado: “Estudios Subalternos. Diálogos con América Latina”. La tercera conferencia se realizó en la Universidad San Marcos: “Una breve historia de los Estudios Subalternos.
2 Del 15 al 17 de Mayo de 2006 se realizó en Lima un ciclo de conferencias titulado: “Estudios Subalternos. Diálogos con América Latina”. La tercera conferencia se realizó en la Universidad San Marcos: “Una breve historia de los Estudios Subalternos.
3 El biógrafo José María Laso Prieto menciona que Antonio Gramsci (1891-1937) colaboró en la prensa socialista en la que fundó la revista "L Ordine Nuovo", que llegó a constituir un hito en el nivel teórico del marxismo italiano. Después de un periodo de intensa militancia en el movimiento socialista, Gramsci encabezó el núcleo fundacional del Partido Comunista Italiano. Cuando se instauró el régimen fascista, Gramsci fue detenido y condenado a más de veinte años de prisión. En tan difíciles condiciones, redactó sus célebres "Quaderni del Carcere" o “Cuadernos de la Cárcel” que le consagraron como una autoridad teórica del movimiento socialista. Entonces fue en los “Cuadernos de la Cárcel” menciona a los “Subalternos”, específicamente en los Apuntes sobre la historia de las clases subalternas. La categoría subalterno, Gramsci la utiliza como alternativa para referirse a la “clase proletariada”, la cual estaba proscrita y perseguida políticamente en la Italia Fascista.
Bibliografía
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2004 Subalternidad y Representación: debates en teoría cultural.
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2001 Sujetos Subalternos (capítulos de una historia antropológica). Traducción de Germán Franco y
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2003 “Antonio Gramsci (1891 – 1937)”. En: El Catoblepas, N° 46, diciembre, p. 6. http://www.nodulo.org/.
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2001 “Del Poscolonialismo al Posoccidentalismo: Una Lectura desde la historicidad Latinoamericana y andina”, en Perú Contemporáneo, pp. 21-33, Lima.
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1997 “Los estudios de la subalternidad con como crítica post-colonial”, en Silvia Riviera y Rossana Barragán (compiladoras). Debates Post Coloniales: introducción a los Estudios de Subalternidad. Editorial Historias, SEPHIS y Ediciones Arwiyiri, La Paz.
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1998 “Hegemonía y dominio: Subalternidad, un significado flotante”, en Castro-Gómez, Santiago y Eduardo Mendieta (editores), Teorías sin Disciplina, Latinoamericanismo Poscolonialidad y Globalización en Debate. Miguel Angel Purrua, México.
1998 “Hegemonía y dominio: Subalternidad, un significado flotante”, en Castro-Gómez, Santiago y Eduardo Mendieta (editores), Teorías sin Disciplina, Latinoamericanismo Poscolonialidad y Globalización en Debate. Miguel Angel Purrua, México.