domingo, 22 de marzo de 2015

La ausencia del Estado es el principal promotor del autoempleo masivo en el Perú


 
Por: Raúl Rosales León. PROSIE

¿Qué es el autoempleo? una interrogante justa y necesaria cuya respuesta amerita salir del sentido común de la exacta definición técnica. Para salir de la trampa de los duros conceptos podemos optar con el aporte teórico de Ernesto Laclau en el campo político y discursivo. Desde esta perspectiva el autoempleado es un “significante vacío” porque se caracteriza por su no fijación a un determinado significado, es decir, es un concepto polisémico (con varios significados).

En esta lógica el autoempleado puede ser conceptualizado desde diversos proyectos políticos e ideológicos a nivel local y global. Esto se pudo comprobar en el seminario taller denominado Trabajo Decente y Empleo Informal. Normativa Internacionales del trabajo para  la transición a la formalidad” realizado el pasado 4 y 5 de Marzo en las instalaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con sede en Lima. Los diferentes actores sindicales y laborales no llegaron a un acuerdo en la denominación del autoempleo, surgiendo diferentes significantes como trabajador por cuenta propia, trabajador independiente no calificado, trabajador autónomo e informal.

La definición del autoempleadores parte de una formación discursiva en tensión y disputa porque marca una pugna en la lucha política. El autoempleado al no tener ningún significado estable entra en un proceso de competencia ideológica creando los antagonismos de la sociedad política. Aterricemos con unos ejemplos para conocer diferentes posiciones ideológicas y políticas en el Perú.

Desde la orilla ideológica de izquierda el significante vacío del autoempleado se encuentra en las coordenadas de la “marginalidad”. En la década de los sesenta la teoría de la dependencia había hegemonizado el pensamiento crítico latinoamericano teniendo como los principales referentes a Henrique Cardoso, Aníbal Quijano y José Nun. Ellos analizaron la marginalidad como consecuencia de las leyes de acumulación capitalista periférico en los países dependientes. La masa marginal se produce cuando existe una población excedente que no puede articularse al proceso de industrialización dependiente de los países centrales capitalistas. Se produce la marginalidad cuando la fuerza de trabajo de la población no se puede adsorber por el sector dominante de la economía en un mercado de trabajo de carácter dependiente. Dentro de la masa marginal se encuentra los trabajadores autoempleados quienes son un excedente de población laboral quienes se ven obligados a sobrevivir. 

En la década de los ochenta, la marginalidad es desplazada por el concepto de la informalidad.Hernando de Soto en su texto el Otro Sendero acuña el concepto de “informal”  para referirse a los  trabajadoresno asalariados, independientes y/o autoempleados (vendedores ambulantes, albañiles, taxistas, carpinteros, emolienteros, entre otros); éste sector formaría el capitalismo popular en el Perú. Según Hernando de Soto los altos costos de la formalización y reglamentación que impone el Estado causa el fenómeno de la informalidad.  Es decir, las infranqueables barreras de la burocracia legal mercantilista del Estado dificultaron alcanzar a la gran mayoría de la población migrante en Lima la formalidad económica. Lo cual explica una proliferación de empresarios informales en los rubros de comercio, microempresa, vivienda, transporte, negocio ambulatorio, etc. El Estado es visualizado como un obstáculo para el proceso de formalización.

Últimamente el autoempleado desde el punto de vista neoliberal es representado como la mejor solución al problema del desempleo en el Perú. Nano Guerra García es el líder de opinión quien ha llenado el significante vacío del autoempleado a través del discurso emprendedor. El sujeto emprendedor es creativo, innovador, líder, busca el éxito y, sobre todo, forma su propia empresa. Un sujeto que no depende del Otro, sólo de sí mismo. Esta visión del autoempleado como emprendedor tiene un contenido político e ideológico en los tiempos del neoliberalismo. Cuando todos los autoempleados en el  Perú son articulados positivamente bajo el significante emprendedor entonces el desempleo y la pobreza estructural se transforman por magia ideológica en una oportunidad laboral para que el Perú avance con progreso para todos.

El discurso emprendedor se articula con el ente rector en materia laboral, el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) que también hace promoción del autoempleo en el Perú. En el Reglamento de Organización y Funciones (ROF) del MTPE aprobado por el Decreto Supremo N° 004-2014-TR establece dentro de sus funciones compartidas “establecer normas, lineamientos, mecanismos y procedimientos, en el ámbito nacional, que permitan el fomento del autoempleo en el ámbito de los Gobiernos Regionales y Locales”. Y orgánicamente dentro de la Dirección General de Promoción del Empleo se encuentra la Dirección de Empleo y Autoempleo. 

Resulta irónico que el Estado promocione el autoempleo porque su ausencia es el causante del autoempleo masivo en el Perú en condiciones de precariedad laboral. Existe alrededor de 5 millones de trabajadores y trabajadoras en condiciones de autoempleo informal (ambulantes, canillitas, lustrabotas, recicladores, etc.). Esta cantidad es comparable con cien Estadios Nacionales llenos al tope de personas que no tienen derechos laborales y que mantienen una rígida brecha laboral entre trabajadores formales e informales en el Perú. Los marginados de la sociedad peruana en materia laboral en zonas urbanas y rurales.

Por este motivo, es menester luchar por el significante vacío del autoempleado/a porque de ello depende el tipo de políticas públicas que se quiera proponer. La participación ciudadana, sindical y política es vital para afrontar la problemática del desempleo a corto plazo y elaborar una propuesta estructural de largo aliento para la construcción de una República de Ciudadanos/as con Trabajo Decente en el Perú.