martes, 25 de noviembre de 2008

Efimero


Perder el miedo y sumergirse en las bravas olas, nada diáfanas, de la mar es la metáfora final de la obra de teatro que hace dos meses tuve la suerte de participar como público cautivo. La obra en escena se titula Efímero, nombre de un gato, cuyo fantasma eterniza el sufrimiento en las emociones de la protagonista. Ella es Lunar, una mujer quien es el centro de su propio sufrimiento que tiene el color que ella misma quiere ver: el negro. Su lucha no es encontrar al gato, como todos creen, sino simbolizar, entender, comprender inconscientemente su angustia, aquello que la hace sufrir y que no es efímero.
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Mariana de Altahus, directora de la obra, grafica a Lunar como alguien que tiene una obsesión por los gatos, pero que busca un amor de verdad y para siempre. Los gatos la atrapan y las dejan. Luego la directora plantea una serie de preguntas sobre los amores intensos para cuestionar la obligatoriedad de la permanencia: “¿Por qué la obsesión de tener algo para siempre?”. Por otro lado la directora se interroga sobre ¿Cuál es la gracia de vivir, sino se siente intensamente la necesidad de algo? ¿Qué hacer parta seguir adelante a pesar de las perdidas? Ese es el camino que debe afrontar Lunar para conocer la libertad y ver el gato de otro color. Y su vida también.
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Lunar pasa por varios espacios buscando a Efimero donde se encuentra con personas que la critican y cuestionan. Como su vecina que decide irse si equipaje, sin bulto ni pasado para encontrar su nueva vida en Australia; la peluquera que hace lo imposible para cambiarle de peinado; la grifera que le dice que haga algo por su vida en vez de estar sentada buscando a su gato; la pitonisa que le aconseja que sea modelo y que no puede leerle el futuro; la chica sexy que le dice que deje a los gatos y hombre para estar con mujeres; la alcahueta que le conseguirá amores más fugases que Efimero, entre otros (mesera, gata, mendiga, antisocial).
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Pero el personaje central que grafica la lucha de Lunar es la psicóloga, quien dentro de los personajes de la obra es la que tiene una dependencia directa. Una dependencia de maltrato. Lunar se da cuenta de ello porque a pesar que le paga muy bien sólo tiene de la profesional las sobras. Es decir, lo que le sobra y queda de su tiempo. En cada momento que Lunar soltaba su discurso sanatorio de repente sonaba el celular de la psicóloga para hablar con su amante, su hijo o una amiga chismosa. Son tres años que Lunar tiene sesiones con la hija de Freud, pero sólo recibe migajas. Al punto que la psicoanalista decide de un momento a otro dejar a Lunar porque se va de viaje a tierras argentinas. Efimero y la psicóloga son el mismo personaje (el gato que la deja provocando un largo sufrimiento, y, la mujer migaja, que hizo largo el sufrimiento en las sesiones psicoanalíticas) porque crean una dependencia al dolor.
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En la vida no se puede anular el dolor y sufrimiento, pero lo insano es que estos sean eternos. Lunar sigue la ruta de la pena al seguir obsesionada con el gato y, a la misma vez, sigue asistiendo donde su psicóloga, quien le tira las frías sobras de su entendimiento. Al final de la obra, luego de cuestionarse ella misma, puede ver el gato de otro color (azul) y darse cuenta que no necesita de migajas terapéuticas. La mujer maravilla se da cuenta que tiene vida propia y la mujer, que esta a su costado, que no necesita al chino. Las tres se lanzan a la mar en medio de la fría noche.
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El mar con olas simboliza el cambio en la incertidumbre. Lanzarse es enfrentar los propios miedos y el miedo a los demás. La protagonista de la obra se cansó de estar cargando la cruz de penas a lo largo litoral marino, ¿Para qué hacer eterno lo efimero? ¿Por qué hacer permanente el dolor? Mejor sería, al no poder neutralizar el sufrimiento, hacer efímero el dolor.
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Finalizo mi comentario emo teatral con el consejo para valientes de Mariana de Altahus: “Tal vez sólo tiene que meterse al mar helado, en medio de la noche, y dejar que aparezca lo que es realmente importante”....agrego de mi parte ¿en dónde apareceran?...esas respuestas son del viento y de las benditas casualidades.