Salir del histórico laberinto de las identidades impuestas, disimuladas y negadas de los diversos rostros de la soledad es el dilema dialéctico que Octavio Paz plantea a los mexicanos. Lo cual incluye al continente Latinoamericano.
El Laberinto de la Soledad esta estructurado por un conjunto de ensayos dialogantes que giran en torno al ser mexicano y, sobre todo, sus contradicciones. Ser podría decir, según la perspectiva del autor, que el mexicano es un ser que no es, pero que parece serlo. Entonces, la historia de la identidad nacional y política de México se encuentra en un péndulo de cambios, crisis y retrocesos. Una búsqueda de la singularidad histórica en soledad.
El Pachuco es el primer sujeto social que utiliza Octavio Paz para retratar el laberinto identitario del actual mexicano: un ser que se niega a sí mismo. El mexicano ha dejado de ser referente porque nunca lo fue. Por este motivo, el autor enfatiza que “la historia de México es la del hombre que busca su afiliación, su origen”. Mientras tanto queda el sueño y la posibilidad, en medio de la desesperación, de volver a ser otro hombre. El que deja de negarse, el que sale de la soledad para encontrase en comunión.
Pero la ausencia de la singularidad del nuevo hombre es cubierta por la mascara. Lo cual cubre la soledad. La mascara, según Paz, es una muralla que hace del mexicano un ser lejano para los demás y para sí mismo. Un ser de carácter cerrado que no se raja (abre) y, por ende, desconfiado. Ante la inseguridad se vuelve conservador. Amante de las formas que otorgan coherencia y estabilidad. Pero son formas ajenas a su soledad, a sus deseos propios e intimidades, lo cuales se esconde por vergüenza. Para Octavio Paz el mexicano le queda el camino del disimulo: “El simulador jamás se entrega (al personaje) y se olvida de sí, pues dejaría de simular si se fundiera en su imagen”. El pasar inadvertidos estructura una sociedad de ninguneadores, es decir, hacer de una persona, ninguno. La identidad de nadie, la identidad de México.
Pero el carácter hermético del mexicano, tiene licencia, en las fiestas. Para Octavio Paz el grito de las fiestas abre lo escondido en exceso. Algo que no se puede hacer en la cotidianidad. Se necesita de la fiesta para el desborde liberador, momentáneamente, de las normas. Una ruptura violenta y explosiva que dialoga con la muerte. Un dialogo con indiferencia. Según el autor, la muerte seduce por esta razón los mexicanos se identifica con las calaveras en las fiesta del día de los muertos. Octavio Paz afirma que la muerte proviene de la muerte y no de la vida, por este motivo, la muerte es estéril. Sólo produce nostalgia, la de estar en soledad por medio de la mascara de la muerte. A la cual tampoco se entrega.
La raíz histórica el laberinto de la soledad lo encuentra, según el autor, en la conquista de México, donde nace el ser solitario mexicano. Producto de la chingana, de decir, de la violencia y el engaño. Una violación que burla a la fuerza. La partida de nacimiento de México hace que tenga un carácter misterioso y extraño. Una Otredad nacional para los ojos de los extranjeros y para los mexicanos mismos. Aquí surge el conquistador (Hernán Cortés) como sinónimo del gran chingón, el macho de poder viril, arbitrario, que chingea a la Malinche, la madre indígena negada y repudiada por sus hijos (mexicanos). Esto hace, según Octavio Paz, que el mexicano no quiera ser ni indio ni español, volviéndose hijo de la nada. Solo quedó trascender la soledad, es decir, la ruptura con el pasado, a través de tentativas políticas, que mostraron que aún se respira por la herida. El pecado original de la conquista mexicana.
México nace en el siglo XVI, según Octavio paz, hijo de la violencia azteca y española. La sociedad precortesana era fragmentada y violenta, los Aztecas tuvieron enemigos íntimos antes de la llegada de los españoles. Una vez que las culturas y etnias enemigas de Moctezuma, fueron liberadas, se impuso el orden colonial, tanto en el mundo material como el espiritual. El catolicismo fue el centro del orden colonial que funcionó como un organismo viviente que da un lugar en el mundo a los indios que perdieron a sus dioses. Mientras que en Europa La Iglesia Católica entra en crisis, tiene apogeo en el Nuevo Mundo. La colonia es un orden que se impone de arriba hacia abajo, lo cual hizo que el organismo viviente se estancara. Teniendo un carácter perenne, inmutable e intolerante a las nuevas ideas. La falta de curiosidad científica es la condena de la sociedad colonial. Como es el caso de Sor Juana, poetiza y monja, cuya vida intelectual es figura de la soledad intelectual que reflexiona, escribe, pero finalmente calla ante las circunstancias históricas de la sociedad colonial que niega su propio futuro.
El movimiento de la Independencia mexicana, según Octavio Paz, fue menos brillante que la sudamericana. No necesito de grandes hazañas militares y discursos libertarios. Y más aún, señala el autor, la separación de España se realizó en contra de las clases que habían luchado por la Independencia. Producto de la alianza entre el clero, el ejército, los grandes propietarios y el resto de insurgentes se logra la independencia. Una libertad impuesta de arriba hacia abajo. Esto produce conflictos entre caudillos, lo cual es aprovechado por los Estados Unidos que en una guerra logran anexarse la mitad del territorio mexicano. Luego se produce en México la etapa denominada como la Reforma de base liberal y positivista, negando el pasado mexicano, al adoptar las formas europeas. Esta nueva filosofía, según el autor, no tenía nada que ofrecer a los pobres, lo cual sería el antecedente de La Revolución Mexicana. La primera del siglo XX que surge de la originalidad y autenticidad popular. México se encuentra con su mismo ser. Pero es una Revolución que no tiene ideología, la cual se improvisa cuando el pueblo llega al poder. Según Octavio Paz, a los ideólogos de la Revolución, es decir, a la “Inteligencia” le faltaron ideas.
Ruptura para no encontrase. Ruptura para buscar significa los cambios en la historia de México. El conflicto de la singularidad sin perder universalidad y ser universales sin perder la singularidad es el reto de los actuales tiempos. Octavio Paz señala que la Revolución iba a inventar un México fiel a sí mismo. Pero fue insuficiente porque no se pudo modernizar al país. Se dejo de ser feudal para no alcanzar la modernidad. Muchos factores fueron claves, como la injerencia económica y política de los Estados Unidos, la ineficiencia de la clase política al volverse profesionales de la administración pública. Cuando la “inteligencia” dejo la tarea de crítica y creación. Solo quedaron los modelos políticos y económicos a ajenos a la realidad mexicana. Tener conciencia de ello, según Octavio Paz, es saber que se esta solo. En vez de cerrarse y cubrirse con mascaras, el mexicano debe abrirse y afrontar el reto del mundo. Como señala Octavio Paz: “somos, por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres”. De esta manera se podrá salir del laberinto de la soledad.