martes, 30 de junio de 2009

La sandre del pueblo no tiene rico perfume

El mes que termina ha sido testigo del derrame de odio y sangre. Ahora le tocó el turno a la farandula chola.

Como dice el dicho "no todo lo que brilla es oro", así lo demostró la relación entre Sonia Delgado y Abencia Mesa. Ambas tuvieron frentes a las cámaras la realización de la fantasía de la pareja feliz. Luego vino el escandalo con pelea en medio. Finalmente la muerte las tuvo que separar.

El coloquio lo Cholo en el Perú tendría que ajustarse un poco más a la realidad chola. El discurso del evento nacional fue la consrucción de una nueva ciudadanía, una nueva modernidad y una nueva utopía. Los cholos si podemos, incluyendo a las cholas.

Pero el optimismo, a veces ciego, no visualiza las fracturas intrenas, los conflictos y las complicidades de los actores cholos con la subalternidad.

No todos los cholos y cholas son iguales. El debate debe continuar

lunes, 22 de junio de 2009

La Selva de Cemento

Hace tiempo que no lloraba. Claro, como no voy a llorar si fui testigo de las bombas lacrimogenas que la sana policia del Perú lanzo contra la marcha que estaba en contra de todo y, sobre todo, del gobierno aprista.
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El Perú volvió a la guerra civil. Para que se repita la violencia. No fue suficiente una Comisión de la Verdad y Reconcialiciación.
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Surgen una serie de verdades oficiales, populares y caviares. Cada uno baila con su propio pañuelo.
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La selva no se vende, pero si se negocia políticamente.
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Estoy a favor de los pueblos indígenas, pero sospecho de sus dirigentes.
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Ahora todos buscan a los responsables políticos, cuando todos somos responsables.
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Estoy a favor de la paz, pero sospecho más de los procesos de pacificación.
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La marcha fue un significante vacio porque todos tenían sus propias agendas que se articulaban contra un enemigo en común: La indiferencia.
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Me alegré de encontrarme con viejas amistades, profesores y alumnos. Era un momento de fiesta.
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Cuando me encontré con mis viejos adversarios nos saludamos. Era un momento de reconciliación.
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La vida no se vende ni se canjea.

martes, 2 de junio de 2009

Árbol Multicolor

¿Por qué el árbol debe ser necesariamente de color verde?, fue la interrogante que Hiperión me había enunciado, cuando ella estaba reflexionando sobre una mesa donde había observado a dos niños que estaban pintando la vida. Uno pequeñito que estaba dibujando un árbol de color azul con mucho entusiasmo y empeño. Creando vida. Pero esta muestra de libertad afectaba a otro niño más grande, disciplinado y tecnificado que no aceptaba el color azul del árbol, porque obviamente el color correcto y normal es el verde. Entonces, con voz de autoridad, que todo lo sabe, el niñote le increpó al pequeñín su trasgresión imaginaria, lo cual aumento la estadística de niños de la calle sin colores ni esperanzas.

El escritor alemán Johann Wolfgang Goethe también se había planteado una pregunta parecida porque el mundo estaba siendo gobernado por el poder de la razón. Ni los sueños parecía que eran ajenos. Entonces, ante el desborde de modernidad, que todo lo sabe, él dijo: “"Toda teoría es gris, querido amigo, y verde es el dorado árbol de la vida”. Un árbol que trasciende el color verde para ser dorado. Es decir, vida y esperanza en las experiencias cotidianas, más allá de la fría razón. Encontrar el dorado y azul escondido en los espacios públicos y privados, dentro de la casa, en las aulas, el trabajo y en la calle.

“Saber escuchar”, fue el reto reflexivo que planteó Michael el sábado pasado, entonces propongo las siguientes interrogantes: ¿Cómo escuchar a los niños del magis comedor? ¿Cómo escucharnos entre los voluntarios magis? ¿Por qué el árbol magis debe ser color verde? ¿Por qué el “magis comedor” se debe llamar “magis comedor”? ¿Por qué los niños deben ser separados por edades y mesas para dibujar árboles de color verde? ¿Cómo evitar que el voluntariado se vuelva un obligatoriado?

El obligatoriado no fue ajeno a la mesa de plastilina que estaba bajo mi responsabilidad. Cuando la mesa estaba llena de niños sin distinciones de edad, sexo y colores, recibí una orden de arriba. La libertad se transformó en reglas de color verde: del voluntariado al obligatoriado. Entonces, como soldado de Dios, tuve que decirle a un niño de 7 años que la mesa no es para él porque es muy “grandecito”. Pero el niño resistió la orden castrense y castraste de la imaginación. No me quedó otra que decirle que se quede en la mesa plástica porque a mi edad de 34 años también me gusta jugar con plastilina. Por algo me he vuelto un plastilólogo.

El reto es saber escuchar, pero también saber entender que los árboles pueden ser azules y dorados. Que el comedor magis puede ser magis pan del alma u otras metáforas. Que los niños puedan decidir qué jugar y pintar, pero sin afectar el derecho de los demás a soñar y crear. Finalmente, tener la posibilidad como voluntarios de reencontrar ése árbol de colores que tuvimos cuando éramos niños, pero que la razón, que todo lo sabe y obliga, nos hizo ajeno con su seriedad institucional. Al dejar de lado el saber escuchar con la sinceridad del alma.