“En San Marcos no se estudia nada, flaco, sólo se hacia política, era una cueva de apristas y de comunistas, todos los resentidos del Perú se juntaban ahí”
Estas son las palabras vituperantes del papá de Zavalita sobre San Marcos. El señor Don Fermín Zavala representa la visión de la oligarquía peruana y de los sectores conservadores. Ambos son los personajes antagónicos de la novela Conversación en la Catedral del escritor Mario Vargas Llosa, donde se narra una historia ambientada en el periodo de la dictadura militar del General Odría.
Mario Vargas Llosa describe la relación del joven Zavalita con San Marcos, quien busca afianzar una identidad través del discurso político, y, de esta manera, dar algún sentido a su vida. Entonces decide entrar a San Marcos por su fama de revolucionaria contra los sistemas opresivos que atetan contra la dignidad del pueblo: el nuevo mito de la modernidad educativa.
En la novela se narra la discusión entre Zavalita y su padre, porque el joven había desobedecido la orden de Don Fermín Zavala para postular a la Universidad Católica. Zavalita no quería entrar a la Católica porque, según él, lo considerarla un “colegio de curas”. Es ahí cuando el hermano menor de Zavalita, el Chispas, mete su cuchara apoyando al patriarca: “Si lo que quieres es volverte cholo, por que no te haces sirviente...anda sin zapatos, no te bañes, cría pulgas”.
En el transcurrir de la vida social universitaria de Zavalita aparecen sus amigos que tienen el mismo anhelo de justicia social manejando de esta manera los mismos códigos. Este es el caso de Jacobo, quien decía que la universidad era un reflejo del país: “hacía veinte años esos profesores a lo mejor eran progresistas y leían, después por no tener que trabajar en otras cosas y por el ambiente se habían mediocrizado y aburguesado”. También interviene, desde la perspectiva de género, Aída, otra compañera de clase (amor platónico de Zavalita) de convicciones arraigadamente socialistas. Ella señala en forma directa y radical que “si se quería curar el mal de raíz no hay que hablar de reforma universitaria sino de revolución”.
Entonces la novela estructura una dualidad maniquea:
Zabalita vs su familia
San Marcos vs Católica
los cholos vs los chicos bien
el pueblo vs la oligarquía.
Mencionada dicotomía ficcional en varias ocasiones, por intereses creados o por ignorancia, pasa al plano de la realidad. He ahí el problema. Ya estoy cansado de escuchar la clásica arenga “San Marcos es del Pueblo”, en mi situación de sanmarquino. Que no jodan los grupos de estudiantes eternos que viven del populismo barato y de las ficciones ajenas a la realidad. Un día publicaré una ironía titulada “Los Jóvenes Pitucos de San Marcos”, para explicar mejor la vida de Zavalita, hijo de una familia pituca pro-Odriísta a mediados del pasado siglo.
Por estos motivos que San Marcos no es del pueblo, sino de los peruanos.
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