San Marcos se encuentra de moda otra vez, pero no por su fama de la Decana de América sino por su fama de violencia senderista. Todos tildan al otro como el culpable: el inútil rector, la oposición perdedora, la matonería aprista, los alumnos eternos, el fujimontesinismo, entre otros. Pero dejan de lado al verdadero culpable: la actual fiebre mundialista y, sobre todo, el fenómeno vuvuzela.
La vuvuzela especie de trompeta larga sudafricana que en el idioma zulú significa "meter ruido". Actualmente se ha popularizado en los sudafricanos quienes soplan el instrumento dando la sensación del ataque furioso de enjambres. Es un sonido atronador que tiene una ecuación social-deportiva directamente proporcional: mientras más ruido mejor.
La pregunta que realizarán mis estimados lectores es ¿Cuál es la relación de la inofensiva vuvuzela con los hechos del 14 de Junio en San Marcos? La respuesta es la “vuvuzela ideológica”. Las imágenes mostradas en Youtube de un conjunto de personas con banderas rojas gritando lemas como “queremos la libertad de los presos políticos (senderistas) del Perú” y “abajo la campaña negra contra los presos políticos del Perú” siguen la misma ecuación vuvuzelica: mientras más ruido mejor.
Ahora en los debates políticos no importa la lógica de los argumentos, la sustentación de tesis o la refutaciones sobre la visión de país, sino hacer más atronador el mensaje ideológico. Por este motivo los senderistas (facción acuerdista-gonzalista) con la denominación universitaria de Frente Democrático Estudiantil se pusieron en fila en la Facultad de Ciencias Sociales e hicieron sonar sus vuvuzelas ideológicas. No importa el debate, la controversia o la dialéctica de ideas para llegar a síntesis novedosas, sino hacer "Buuuuuuuuuu...th" de manera prolongada, potente y ensordecedora.
En las últimas semanas la vuvuzela ideológica también se verificó en la marcha de los estudiantes de San Marcos quines fueron al Congreso de la República. Fue una respuesta con mayor cantidad de vuvuzelas humanas que hicieron más bulla para que la sociedad peruana escuche “somos estudiantes no somos terroristas”. Lo cual hace eco sin querer queriendo con los amarillistas medios de comunicación vuvuzélicos que estructuran, según Rocío Silva Santisteban, el “mito del terruco sanmarquino”.
Como todo mito es necesario desmantelar el discurso hegemónico de la Otredad Sanmarquina para encontrar las fisuras y argumentos que demuestren lo contrario sin necesidad de acudir al fenómeno de la vuvuzela ideológica.