domingo, 21 de julio de 2013

El fenómeno de la autonomía cínica

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Todo el mundo y, sobre todo, el universitario protestaron por la propuesta de la Ley de Reforma Universitaria, más conocida como la Ley Mora. La Superintendencia de la Universidad, una propuesta del mencionado congresista, cuestionaba la autonomía universitaria.  Entonces la protesta de los jóvenes y estudiantes universitarios no se hizo esperar. La consigna política de la autonomía no es algo singular o excepcional en la administración del Estado peruano, es la regla.  La autonomía está de moda porque tiene para todos los gustos en universidades, gobiernos regionales, locales y, en especial, el Congreso de la República que utiliza su autonomía para repartirse el Perú a la imagen y semejanza de la ideología cínica de la política contemporánea.
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La muerte del padre, es decir, la deslegitimación de la ley se ha cotidianizado en la vida cotidiana y pública.  El padre es asesinado por sí mismo, un suicidio político.   Lo mismo ocurrió por los padres de la patria del Perú, quienes por mayoría de votos se mataron políticamente.  La elección de Rolando Sousa como miembro del Tribunal Constitucional fue la jalada de gatillo del sistema de partidos políticos nacional.  El fujimorismo es el partido cínico por excelencia porque se burló, cuestionó y quebró de la institucionalidad democrática en la década de los noventas, pero eso no es tomado en cuenta a la hora de las votaciones. Los padres de la chacra nacional.  Por esta razón es necesaria la Superintendencia del Congreso de la República.
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Los Gobiernos Regionales y Locales también tienen como bandera de batalla la autonomía.  La Constitución Política y las leyes de base de la descentralización, orgánica de gobiernos regionales y locales garantizan la autonomía política, administrativa y económica.  Pero se ha de mostrado que en el reino de la autonomía, la mediocridad es rey.  El caso del Presidente Regional de Ancash, César Álvarez, quien forma parte de la lista de alcaldes, tipo selección nacional, quienes son acusados por temas de corrupción. Irónicamente ellos son los principales defensores de la autonomía, pero a la hora de la gestión son los primeros en el arte de la repartija pública. También es necesaria una Superintendencia de la Autonomía Gubernamental.
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La autonomía universitaria no es ajena a la mediocridad y la corrupción.  En mis años de universitario, existía intervención militar del fujimontecinisno en la Universidad San Marcos, pero luego del regreso de la democracia en el Gobierno de Transición del Presidente Paniagua, también llegó la autonomía universitaria.  Luego de una década autonomía en la Decana de América, como se le dice a San Marcos, las cosas siguen igual de mediocre. No es extraño que el principal deporte universitario sea la toma de facultades, es decir, una medida de fuerza estudiantil (abalado por los docentes opositores) que consiste en el arte autoritario  de prohibir la entrada de las autoridades y docentes, incluidos los alumnos que no simpatizan con las tomas porque prefieren estudiar.  Los colectivos de izquierda universitaria no afinaron en el diagnóstico porque ellos no quieren una autonomía autista, es decir, desconectado de la realidad exterior a las paredes universitarias.  En el caso de San Marcos jamás lo fue y dudo que lo sea.  La autonomía cínica es bien criolla en sacarle la vuelta a la ley y, sobre todo, negarse a la ley que tiene como propuesta la Superintendencia Universitaria.     
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Frente a este escenario de impunidad y mediocridad del Congreso de la República, las universidades, los gobiernos regionales y locales, entre otras instituciones públicas, la autonomía cínica estructura las coordenadas comunes que se reflejan en los Partidos Políticos. Si bien las instituciones moldean la conducta individual y el comportamiento de los miembros de las organizaciones públicas, la autonomía cínica hace que los individuos y grupos de interés se aprovechas de las reglas de juego institucionales para beneficiarse de lo público.  No es una crisis de la institucionalidad, sino que el cinismo se ha institucionalizado como la nueva regla de juego que juega en outside para maximizar los intereses privados en la gestión pública.
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La idea de la Superintendencia de las instituciones públicas con autonomía construye la imagen del autoritarismo a la peruana.  La cultura de la desconfianza se encarna en el Superintendente.  Pero lo irónico del asunto es que sin la existencia de la Superintendencia se producen y reproducen cientos de autoritarios en las instituciones públicas en el país quienes utilizan la autonomía legal para actuar cínicamente en contra del espíritu de la ley, los ciudadanos y ciudadanas.  Ahora que los congresistas  se reparten los cargos políticos de forma cínica, la figura de la Superintendencia es necesaria.  Pero ello nos llevaría a un debate nacional sobre el Perú que queremos.
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La mayoría de edad todavía no llega al país, no puede ser autónomo porque necesita  de tutelaje para que logren tomar decisiones y gestionar en beneficio del bien público.  Por tal motivo, es menester la activación de la institucionalidad pertinente para enfrentar la autonomía cínica que existen en las universidades, gobiernos regionales, locales y el Congreso de la República, entre otros. Esto es fundamental para neutralizar la autonomía cínica y tener las bases institucionales de la construcción de una república de ciudadanos/as.   

 


domingo, 7 de julio de 2013

La Izquierda y el "Pueblo": un sujeto político no identificado.


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En el último artículo de Alberto Adrianzén titulado La izquierda y el “pueblo”, se hace un llamado al Frente Amplio de Izquierda (FAI) para pensar más allá de las siguientes elecciones y, sobre todo, reflexionar en las reivindicaciones de la nueva mayoría de peruanos.  Esta nueva mayoría denominada como pueblo, según Adrianzén, no pertenece ni se identifica con la izquierda. Si se contrasta el pueblo narrado en el artículo con la conferencia de prensa del FAI, tenemos la imagen de un sujeto político no identificado.
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Adrianzén hace una referencia a José Carlos Mariátegui, cuando el Amauta construyó la representación de las reivindicaciones de la mayoría de peruanos. En ese tiempo el problema indígena se presentó como un problema de cuatro millones de peruanos. Actualmente la mayoría de peruanos pasaron por un proceso de migración del campo a la ciudad, produciéndose nuevos fenómenos denominados como el proceso de cholificación (Aníbal Quijano), el desborde popular (Matos Mar) y los nuevos limeños (Gonzalo Portocarrero). La ciudad con nuevo rostro cholo tomando la ciudad y construyendo ciudadanía desde las bases. De invasores a ciudadanos (Carlos Iván Degregori, Cecilia Blondet y Nicolás Lynch).  
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En esta lógica, la mayoría de peruanos en la ciudad de Lima trabajan en el “comercio popular” en donde existen múltiples actividades de sobrevivencia, siendo una de ellas el autoempleo que en términos estadísticos son denominados como trabajadores independientes no calificados (vendedores ambulantes, recicladores, taxistas, carpinteros, lustrabotas, emolienteros, entre otros) quienes tienen menores ingresos, menor logro de aprendizajes, condiciones de precariedad y no tienen derechos laborales. Esta nueva mayoría subalterna actualmente carece de una representación política progresista que articulen sus demandas sociales y laborales. Una de las demandas laborales en materia de políticas públicas es la Ley de Trabajadores Autoempleados, la cual no forma parte de la agenda pública nacional y espera el sueño de los justos.      
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En la conferencia del Frente Amplio de Izquierda, se habló sobre el tema laboral y la defensa de los trabajadores y trabajadoras en el Perú.  El sindicalismo clasista, las trabajadoras del hogar y los microempresarios fueron parte de la agenda laboral del frente, pero estuvo ausente el discurso del trabajador autoempleado del comercio popular. La izquierda todavía no logra identificar a este sector laboral del pueblo: un sujeto político no identificado. Pero si por la derecha y el capitalismo cultural, a nivel académico con El Otro Sendero (Hernando de Soto), motivador con los emprendedores (Nano Guerra García) y optimista con la moderna Lima Conourbana (Rolando Arellano). Si bien existe una identificación con estos sectores populares, no los representa políticamente. 
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En consecuencia, existe una oportunidad en la construcción de representatividad en la arena política de mencionado sector popular. La ruta es acumular los avances programáticos de este sector con asociaciones, federaciones, plataformas de trabajadores autoempleados. Es necesario establecer una correa de trasmisión de sus demandas laborales y programáticas con los partidos políticos. Trabajar políticamente por los intereses de la representatividad y el protagonismo de los autoempleado para que dejen de ser un sujeto político no identificado.  La articulación política para la construcción de una república de ciudadanos/as en el mundo laboral.