Por: Raúl Rosales León. PROSIE
¿Qué es
el autoempleo? una interrogante justa y necesaria cuya respuesta amerita salir
del sentido común de la exacta definición técnica. Para salir de la trampa de
los duros conceptos podemos optar con el aporte teórico de Ernesto Laclau en el
campo político y discursivo. Desde esta perspectiva el autoempleado es un
“significante vacío” porque se caracteriza por su no fijación a un determinado
significado, es decir, es un concepto polisémico (con varios significados).
En esta
lógica el autoempleado puede ser conceptualizado desde diversos proyectos
políticos e ideológicos a nivel local y global. Esto se pudo comprobar en el
seminario taller denominado “Trabajo Decente y Empleo Informal. Normativa
Internacionales del trabajo para la transición a la formalidad” realizado el pasado 4
y 5 de Marzo en las instalaciones de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) con sede en Lima. Los diferentes actores sindicales y laborales no
llegaron a un acuerdo en la denominación del autoempleo, surgiendo diferentes
significantes como trabajador por cuenta propia, trabajador independiente no
calificado, trabajador autónomo e informal.
La
definición del autoempleadores parte de una formación discursiva en tensión y
disputa porque marca una pugna en la lucha política. El autoempleado al no
tener ningún significado estable entra en un proceso de competencia ideológica creando
los antagonismos de la sociedad política. Aterricemos con unos ejemplos para
conocer diferentes posiciones ideológicas y políticas en el Perú.
Desde la orilla ideológica de
izquierda el significante vacío del autoempleado se encuentra en las
coordenadas de la “marginalidad”. En la década de los sesenta la teoría de la
dependencia había hegemonizado el pensamiento crítico latinoamericano teniendo
como los principales referentes a Henrique Cardoso, Aníbal Quijano y José Nun.
Ellos analizaron la marginalidad como consecuencia de las leyes de acumulación
capitalista periférico en los países dependientes. La masa marginal se produce
cuando existe una población excedente que no puede articularse al proceso de
industrialización dependiente de los países centrales capitalistas. Se produce
la marginalidad cuando la fuerza de trabajo de la población no se puede
adsorber por el sector dominante de la economía en un mercado de trabajo de
carácter dependiente. Dentro de la masa marginal se encuentra los trabajadores
autoempleados quienes son un excedente de población laboral quienes se ven
obligados a sobrevivir.
En
la década de los ochenta, la marginalidad es desplazada por el concepto de la
informalidad.Hernando
de Soto en su texto el Otro Sendero acuña el concepto de “informal” para referirse a los trabajadoresno asalariados, independientes y/o
autoempleados (vendedores ambulantes, albañiles, taxistas, carpinteros,
emolienteros, entre otros); éste sector formaría el capitalismo popular en el
Perú. Según Hernando de Soto los altos costos de la formalización y
reglamentación que impone el Estado causa el fenómeno de la informalidad. Es decir, las infranqueables barreras de la
burocracia legal mercantilista del Estado dificultaron alcanzar a la gran
mayoría de la población migrante en Lima la formalidad económica. Lo cual
explica una proliferación de empresarios informales en los rubros de comercio,
microempresa, vivienda, transporte, negocio ambulatorio, etc. El Estado es
visualizado como un obstáculo para el proceso de formalización.
Últimamente
el autoempleado desde el punto de vista neoliberal es representado como la mejor
solución al problema del desempleo en el Perú. Nano Guerra García es el líder
de opinión quien ha llenado el significante vacío del autoempleado a través del
discurso emprendedor. El sujeto emprendedor es creativo, innovador, líder,
busca el éxito y, sobre todo, forma su propia empresa. Un sujeto que no depende
del Otro, sólo de sí mismo. Esta visión del autoempleado como emprendedor tiene
un contenido político e ideológico en los tiempos del neoliberalismo. Cuando
todos los autoempleados en el Perú son
articulados positivamente bajo el significante emprendedor entonces el
desempleo y la pobreza estructural se transforman por magia ideológica en una
oportunidad laboral para que el Perú avance con progreso para todos.
El
discurso emprendedor se articula con el ente rector en materia laboral, el
Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) que también hace promoción
del autoempleo en el Perú. En el Reglamento de Organización y Funciones (ROF)
del MTPE aprobado por el Decreto Supremo N° 004-2014-TR establece dentro de sus
funciones compartidas “establecer normas, lineamientos, mecanismos y procedimientos,
en el ámbito nacional, que permitan el fomento del autoempleo en el ámbito de
los Gobiernos Regionales y Locales”. Y orgánicamente dentro de la Dirección
General de Promoción del Empleo se encuentra la Dirección de Empleo y
Autoempleo.
Resulta
irónico que el Estado promocione el autoempleo porque su ausencia es el causante
del autoempleo masivo en el Perú en condiciones de precariedad laboral. Existe
alrededor de 5 millones de trabajadores y trabajadoras en condiciones de
autoempleo informal (ambulantes, canillitas, lustrabotas, recicladores, etc.). Esta
cantidad es comparable con cien Estadios Nacionales llenos al tope de personas
que no tienen derechos laborales y que mantienen una rígida brecha laboral entre
trabajadores formales e informales en el Perú. Los marginados de la sociedad
peruana en materia laboral en zonas urbanas y rurales.
Por este
motivo, es menester luchar por el significante vacío del autoempleado/a porque
de ello depende el tipo de políticas públicas que se quiera proponer. La participación
ciudadana, sindical y política es vital para afrontar la problemática del
desempleo a corto plazo y elaborar una propuesta estructural de largo aliento
para la construcción de una República de Ciudadanos/as con Trabajo Decente en el
Perú.