Por Raúl Rosales León. Ciudadano (de)constructor
“Así es la realidad política” fue
la frase que explicó, argumentó y sustentó el por qué ahora para estar en el
juego político se debe bailar toto, es decir bailar el juego de otros, así
masoquistamente no sea de nuestro agrado.
Para los que no están familiarizados con el toto es necesario señalar
que este es un baile del mundo del espectáculo que tiene como indicador de
éxito el rating que es la unidad de medida de audiencia
de un programa de televisión o radio. Generalmente el rating está relacionado
con los programas de espectáculo, entretenimiento y escándalo. Este fenómeno es encarnado últimamente por la
bailarina Yahaira
Plasencia quien con mucha habilidad ha logrado sobresalir en el
mundo de la farándula, incluyendo un amor toto con un reconocido futbolista de
la selección peruana. Ella no es ajena al mundo de la política toto.
La Enciclopedia Ilustrada del A, B y C de la realidad política
peruana, nos enseña en uno de sus capítulos que la evidencia
ha demostrado que una de las formas que los partidos políticos tengan la aceptación
popular es por medio de la farándula y la música de masas. El legado de Fujimori fue ofrecer tecnocumbia
y ahora César Acuña ofrece el baile del toto como lo demostró en el aniversario
décimo cuarto de fundación de su partido político Alianza para el Progreso (AP). Y la pregunta que surge es ¿por qué no
ofreció tecnocumbia? La respuesta es simple, ya no está de moda, en cambio el baile
del toto está en todos los medios televisivos y virtuales. Acuña y su equipo se
suben al coche del oportunismo mediático. No resulta raro que en los noticieros
nocturnos no tomaran en cuenta la historia fundacional de Alianza para el
Progreso y su programa político, sino que fue Yahaira bailando toto para el partido toto.
Algo muy similar al rating son las
encuestas de opinión política. No
resulta raro que ahora César Acuña comience a tener más aliados y simpatizantes
toto. Será por la propuesta política, la
ideología, el programa o porque es un docente y esposo ejemplar. La respuesta es no, eso es lo de menos. La
respuesta es porque así es la política de verdad, y una de sus variantes de la
cruda realidad es el oportunismo. Apenas las encuestas de opinión, hechas por
empresas privadas, muestran el aumento considerable de la intención de voto en
César Acuña, de repente él brinda la oportunidad para estar en el juego
político.
Si juntamos el rating y las
encuestas de opinión surge otro aspecto de la construcción de la realidad
política que fue analizado por Giovanni Sartori como la video-política. Según el autor este término hace referencia a
uno de los múltiples aspectos del poder del video: “su incidencia en los
procesos políticos, y con ello una radical transformación de cómo ser políticos
y de cómo gestionar política” (1999:66). En ese sentido, la incidencia e
influencia de la video-política construye la realidad política incluyendo las
reglas del juego político. Algo que estructura la “realidad” como un natural e
inherente como si siempre fue de esta manera y nunca cambiará. Sartori menciona que un elemento que
construye la realidad política es el gobierno de los sondeos de opinión, estos
indican en porcentaje lo que piensa la gente, pero son por lo general débiles y
ciegas: “su influencia bloquea frecuentemente decisiones útiles y necesarias, o
bien lleva a tomar decisiones equivocadas sostenidas por simples rumores, por
opiniones débiles, deformadas, manipuladas e incluso desinformadas”
(Ibíd.:76).
Los Siente Ensayos de la Realidad “Política” Peruana no es ajeno a la ficción que ofrece el séptimo arte. El film “El Corredor” (The Runner) estrenada este año y protagonizada por Nicolas Cage
representa la encarnación del partido toto que se mueve en las reglas de juego de la video-política (Sartori). Nicolas Cage hace el papel del idealista Colin
Price quien es un desconocido diputado del distrito de
Louisiana (en donde se encuentra Nueva Orleans) que tiene quince minutos de
fama por su esmerada defensa de los pobladores del Golfo de México (en su
mayoría viven de la pesca) quienes fueron afectados por el derrame de petróleo
de una empresa trasnacional BP. Cuando la carrera política de Colin
Price comienza a ascender proyectándose como un potencial
candidato a senador suceden una serie de hechos que le hacen perder piso hasta
el punto de renunciar a su cargo político. Luego viene la realidad política y surge la
gran oportunidad. Finaliza el film viendo
a Colin
Price bailando toto, es decir, bailando el juego de otros, quienes
le financian la campaña de senador para defender los intereses de la empresa
trasnacional petrolera BP. Cualquier
parecido con la realidad política no es pura coincidencia.
En ese sentido, es necesario la
construcción de una nueva realidad política, de lo contrario de nada servirá
que hablemos de la renovación de la política, que se vallan todos y menos aún
apostar por nuevas generaciones. Será más de lo mismo. Si antes nos ofrecían
tecnocumbia ahora es el reino del partido toto para bailar aquello que nos
produce asco pero con sabor a miel de oportunismo político. Salvo el toto, todo es ilusión.
Bibliografía
SARTORI, Giovanni (1999) Homo Videns. La sociedad teledirigida.
México: Taurus.