Por Raúl Rosales León / Ciudadano (de)constructor
La semana
pasada fui testigo de la empatía gubernamental con mis gustos en el séptimo arte.
Resulta que el Centro Cultural Ricardo Palma de la Municipalidad de Miraflores
abrió a la vecindad la oportunidad de ver películas de Woody Allen a través del cine gratis. Tuve la suerte de ver Zelig
(1983) que es una película de culto filmada en blanco y negro cuyo argumento coincide
con la realidad política peruana en los tiempos electorales.
En
formato de documental Woody Allen hace conocer la historia de Zelig un
ciudadano norteamericano que fue todo fenómeno en las décadas de los años 20
del siglo pasado. Leonard Zelig sufre un síntoma psicológico que le ocasiona un
cambio permanente de personalidad, en consecuencias él logra adaptarse con
mucha facilidad a diferentes grupos y clases de personas: ricos, pobres,
negros, chinos, indios, republicanos, demócratas, fascistas, etc. Este caso clínico
fue tomado por la doctora Eudora Fletcher (psiquiatra), interpretada por la
actriz Mia Farro, quien hace un diagnóstico sobre Zelig. La doctora Fletcher para
entender el síntoma de Zelig lo compara con un camaleón humano; él cambia de
personalidad, principios y convicciones proporcionándole una gran habilidad de
adaptación inmediata con las personas que lo rodean.
El
camaleón humano no es ajeno a la realidad política en el Perú en tiempos
electorales. La farándula política está
conformada por camaleones políticos que hacen realidad el Partido Zelig. Veamos algunos casos de la vida real.
En el año
1990 el Partido Cambio 90 con el candidato presidencial Alberto Fujimori cuya
bandera política “No Shock”, conjunto de reformas para salir de la crisis
económica, fue utilizado para enfrentarse a Mario Vargas Llosa del FREDEMO
(Alianza entre el Movimiento Libertad, el Partido Popular Cristiano y Acción Popular). Luego de las
elecciones, el nuevo presidente metió la yuca a la población que había votado
por él, aplicando el Shock incluido todo el paquete neoliberal en el Perú.
En el año
2011 el Partido Nacionalista con el candidato presidencial Ollanta Humala cuya
bandera política “La Gran Transformación”, plan de gobierno que planteaba el
cambio radical de modelo económico y político, fue utilizado para aliarse con
las fuerzas de izquierda con Gana Perú para enfrentarse con Keiko Fujimori.
Luego de las elecciones, Ollanta Humala dejó de lado la Gran Transformación (y
de paso a la izquierda) por la Hoja de Ruta y, de esta manera, continuar con el
modelo neoliberal implementado por el fujimorismo de la década de los noventas.
En el
actual año electoral (2016) existen camaleónicos cambios políticos para todo
tipo de gustos. Me gustaría analizar un caso como muestra de la oferta política
electoral; antes enemigos políticos ahora aliados, me refiero a Alianza Popular
que es el Partido Zelig por excelencia. En un reciente tiempo pasado el APRA
tildó al PPC de partido de los ricos y de forma viceversa el PPC acusó al APRA
como un partido populista y demagogo.
Ahora ambos de forma camaleónica son uña y carne, demostrando el APRA
ser el nuevo partido de los ricos y el PPC asumiendo el populismo y la
demagogia para ganar las elecciones.
El
Partido Zelig hace sus efectos a nivel individual a través del transfuguismo
político en donde uno cambia de posición política y principios de forma
automática. Antes uno era izquierda y ahora
es de derecha o antes uno era de derecha ahora es de izquierda; el centro
político es radicalmente más camaleónico porque a veces inclina la balanza para
la izquierda y, según las circunstancias, lo inclina para la derecha; Leonard
Zeling hubiese hecho lo mismo porque en una fiesta ubicada en una finca en Long
Island, él con apariencia de aristócrata conversaba con la crema de la alta
sociedad y decía ser del partido republicano; una hora después Zelig hablaba
con los criados de la finca con un acento vulgar, diciendo ser del partido
demócrata.
El efecto
camaleónico político sucede por la crisis de institucionalidad de los partidos
políticos y la crisis de la militancia. La militancia política fue reemplazada
por el voluntariado. Ahora forma parte de la cultura política la voluntad de
cambiar de posiciones políticas sin consecuencias. Irónicamente el efecto de
cambio camaleónico permanente es para no cambiar nada. El mal menor es la única opción.
Lo bueno
de la película Zelig, aparte de ser gratis, es que no hay mal que dure para
siempre. El trastorno camaleónico tuvo cura por medio del amor proporcionado
por la Doctora Fletcher quien logra con perseverancia desvanecer el síntoma de
Zelig. De igual manera el antídoto de la perseverancia con convicciones
permanentes es útil para la institucionalidad política desde las bases, desde el
face to face, con esperanza de cambio, no de ideología sino de un país mejor.
Si la institucionalidad es la única promesa que no se promete en los tiempos
electorales, entonces es menester empezar a pregonarla con acción y
consecuencia para la construcción de una República de Ciudadanos/as.