domingo, 21 de febrero de 2016

Partido Zelig


Por Raúl Rosales León / Ciudadano (de)constructor

La semana pasada fui testigo de la empatía gubernamental con mis gustos en el séptimo arte. Resulta que el Centro Cultural Ricardo Palma de la Municipalidad de Miraflores abrió a la vecindad la oportunidad de ver películas de Woody Allen a través del cine gratis.  Tuve la suerte de ver Zelig (1983) que es una película de culto filmada en blanco y negro cuyo argumento coincide con la realidad política peruana en los tiempos electorales. 

En formato de documental Woody Allen hace conocer la historia de Zelig un ciudadano norteamericano que fue todo fenómeno en las décadas de los años 20 del siglo pasado. Leonard Zelig sufre un síntoma psicológico que le ocasiona un cambio permanente de personalidad, en consecuencias él logra adaptarse con mucha facilidad a diferentes grupos y clases de personas: ricos, pobres, negros, chinos, indios, republicanos, demócratas, fascistas, etc. Este caso clínico fue tomado por la doctora Eudora Fletcher (psiquiatra), interpretada por la actriz Mia Farro, quien hace un diagnóstico sobre Zelig. La doctora Fletcher para entender el síntoma de Zelig lo compara con un camaleón humano; él cambia de personalidad, principios y convicciones proporcionándole una gran habilidad de adaptación inmediata con las personas que lo rodean.  

El camaleón humano no es ajeno a la realidad política en el Perú en tiempos electorales.  La farándula política está conformada por camaleones políticos que hacen realidad el Partido Zelig.  Veamos algunos casos de la vida real. 

En el año 1990 el Partido Cambio 90 con el candidato presidencial Alberto Fujimori cuya bandera política “No Shock”, conjunto de reformas para salir de la crisis económica, fue utilizado para enfrentarse a Mario Vargas Llosa del FREDEMO (Alianza entre el Movimiento Libertad, el Partido Popular Cristiano y Acción Popular). Luego de las elecciones, el nuevo presidente metió la yuca a la población que había votado por él, aplicando el Shock incluido todo el paquete neoliberal en el Perú.

En el año 2011 el Partido Nacionalista con el candidato presidencial Ollanta Humala cuya bandera política “La Gran Transformación”, plan de gobierno que planteaba el cambio radical de modelo económico y político, fue utilizado para aliarse con las fuerzas de izquierda con Gana Perú para enfrentarse con Keiko Fujimori. Luego de las elecciones, Ollanta Humala dejó de lado la Gran Transformación (y de paso a la izquierda) por la Hoja de Ruta y, de esta manera, continuar con el modelo neoliberal implementado por el fujimorismo de la década de los noventas.

En el actual año electoral (2016) existen camaleónicos cambios políticos para todo tipo de gustos. Me gustaría analizar un caso como muestra de la oferta política electoral; antes enemigos políticos ahora aliados, me refiero a Alianza Popular que es el Partido Zelig por excelencia. En un reciente tiempo pasado el APRA tildó al PPC de partido de los ricos y de forma viceversa el PPC acusó al APRA como un partido populista y demagogo.  Ahora ambos de forma camaleónica son uña y carne, demostrando el APRA ser el nuevo partido de los ricos y el PPC asumiendo el populismo y la demagogia para ganar las elecciones.   

El Partido Zelig hace sus efectos a nivel individual a través del transfuguismo político en donde uno cambia de posición política y principios de forma automática.  Antes uno era izquierda y ahora es de derecha o antes uno era de derecha ahora es de izquierda; el centro político es radicalmente más camaleónico porque a veces inclina la balanza para la izquierda y, según las circunstancias, lo inclina para la derecha; Leonard Zeling hubiese hecho lo mismo porque en una fiesta ubicada en una finca en Long Island, él con apariencia de aristócrata conversaba con la crema de la alta sociedad y decía ser del partido republicano; una hora después Zelig hablaba con los criados de la finca con un acento vulgar, diciendo ser del partido demócrata.       

El efecto camaleónico político sucede por la crisis de institucionalidad de los partidos políticos y la crisis de la militancia. La militancia política fue reemplazada por el voluntariado. Ahora forma parte de la cultura política la voluntad de cambiar de posiciones políticas sin consecuencias. Irónicamente el efecto de cambio camaleónico permanente es para no cambiar nada.  El mal menor es la única opción.

Lo bueno de la película Zelig, aparte de ser gratis, es que no hay mal que dure para siempre. El trastorno camaleónico tuvo cura por medio del amor proporcionado por la Doctora Fletcher quien logra con perseverancia desvanecer el síntoma de Zelig. De igual manera el antídoto de la perseverancia con convicciones permanentes es útil para la institucionalidad política desde las bases, desde el face to face, con esperanza de cambio, no de ideología sino de un país mejor. Si la institucionalidad es la única promesa que no se promete en los tiempos electorales, entonces es menester empezar a pregonarla con acción y consecuencia para la construcción de una República de Ciudadanos/as.