viernes, 30 de diciembre de 2016

La Invención de lo cotidiano. Artes de hacer (Michel de Certeau)


Por: Raúl Rosales León (Waro)

En primer lugar para explicar la lógica subyacente del texto de Michel de Certeau utilizaré la imagen de una máquina de escribir mecánica. Esta máquina es producida por la industria moderna con el objetivo de satisfacer la necesidad del cliente.  Existe un usuario o usuaria que consume dicho producto en el marco del mundo laboral de oficina.  Una oficina jerarquizada por jefes o jefas que tienen una mirada vigilante y panóptica del trabajo realizado por todos los/las trabajadores/as. Bajo esta óptica las máquinas de escribir solo sirven para escribir, mientras que los/as usuarios/as solo obedecen las ordenes pasivamente para ganar el pan de cada día en horario de oficina.

Frente a este escenario de la oficina panóptica, Michel de Certeau se plantearía la siguiente pregunta ¿la máquina de escribir solo sirve para escribir?  Una respuesta es brindada por Leroy Anderson quien compuso una canción denominada “La Máquina de Escribir” para la película Lío en los Grandes Almacenes protagonizada por Jerry Lewis en 1963.  Lo singular de esta composición musical es la utilización de la máquina de escribir para hacer música. Esta composición tiene la característica de usar todos los instrumentos de una orquesta sinfónica con la inclusión de la máquina de escribir que por medio de su peculiar sonido hace juego con la composición musical. En esta lógica la máquina de escribir no solo sirve para escribir porque fue reapropiada para otro uso.

La lógica subyacente del texto de Michel de Certeau enfoca su propuesta de la siguiente manera: “la cultura común y cotidiana en tanto que esta es apropiación (o reapropiación); en el consumo o recepción considerado como una manera de practicar” (2010:XXI). En este sentido,  el arte de hacer se basa en considerar el consumo como una manera de reapropiación de los productos por medio de la práctica que inventa lo cotidiano. El autor abrirá interrogantes sobre las operaciones de los usuarios supuestamente condenados a la pasividad y disciplina. 

El cuestionamiento de Michel de Certeau a la pasividad de los usuarios-consumidores se estructura frente a figuras teóricas de oposición.  Estos teóricos asumen la pasividad de los usuarios/as que son disciplinados/as y controlados/as en la microfísica del poder (Michel Foucault) y, al mismo tiempo, reproducen las jerarquías sociales y repetición de las ideológicas por medio de su docta ignorancia (Pierre Bourdieu). Frente a la propuesta teórica de ambos intelectuales del poder, el objetivo de Michel de Certeau consiste en “explicitar las combinatorias operativas que componen también una cultura y exhumar los modelos de acción característicos de los usuarios de quienes se oculta, bajo el sustantivo púdico de consumidores, la condición de dominado (lo que no quiere decir pasivos o dóciles) (2010:XLII). En ese sentido, lo se inventa con mil maneras de casar furtivamente en donde los cazadores representan a estos consumidores con capacidad de agencia.

Dejar de lado la representación del consumidor pasivo para visualizar al consumidor cultural, Michel de Certeau analiza al nuevo consumidor con capacidad de manipulación para emplear los productos desde la lógica de la reapropiación y no reproducción. Estas maneras de hacer estructura el procedimiento de las prácticas de lo cotidiano que conlleva a innumerables prácticas culturales. En estos márgenes de acción surge el “hombre ordinario” que según el autor en la vida cotidiana estructura prácticas culturales a través de una serie de artimañas de reapropiación de los productos de consumo.  En ese sentido, en la cultura ordinaria el orden es puesto en juego por un arte de hacer y, por medio de este arte, se inventa lo cotidiano.  Según el autor: “mil maneras de hacer/deshacer el juego del Otro, es decir, un espacio instituido por otros, caracteriza la actividad, sutil, tenaz, resistente, de grupos que, por no tener uno propio, deben arreglársela en una red de fuerzas y representaciones establecidas” (2010: 22)

El modelo de análisis de Michel de Certeau sobre las prácticas culturales estructurado en la invención de lo cotidiano, es tomado bajo la lógica de la guerra. La guerra entendida desde la planificación y gestión por medio de estrategias y tácticas.  Estos dos elementos (estrategia y tácticas) le servirán como un modelo de análisis de las prácticas culturales y, sobre todo, comprender como se produce la resistencia de los supuestos consumidores pasivos.

El autor denomina como estrategia: “al cálculo (o la manipulación) de las relaciones de fuerzas que se hace posible desde el sujeto de voluntad y de poder (una empresa, un ejército, una ciudad, una institución científica) resulta aislable” (2010:42). En la perspectiva de la estrategia se postula un lugar y espacio fijo (mapa) que está bajo la mirada  panóptica.  En el mapa de operaciones se administra las relaciones con una exterioridad (enemigo). Finalmente transforma la incertidumbre en espacios legibles. La estrategia sería el Otro con una serie de mandatos culturales panópticos de control y vigilancia.

Con respecto a la táctica, Michel de Certeau lo identifica como la capacidad de resistencia de los consumidores. A diferencia de la estrategia, la táctica es comprendida como la acción calculada que determina la ausencia de un lugar propio. No cuenta con una visión global ni totalizar del adversario. Por ese motivo, se actúa en el terreno que se le impone, aprovecha las ocasiones, crea sorpresas y es astuta. Le resulta posible estar allí donde no se le espera y convierte la posición más débil en la más fuerte.   Según el autor: muchas prácticas (hablar, leer, circular, hacer las compras o cocinar, etcétera) son de tipo táctico” (2010:L). Estas tácticas corresponde al arte de hacer jugadas en el campo del otro, astucia de cazadores, capacidades maniobreras y polimorfos. 


Según Michel de Certeau es necesario interesarse por las operaciones de reapropiación de los productos culturales. Este interés estructura la hoja de ruta del texto en donde se visualiza una serie de reflexiones de diferentes prácticas culturales: el arte de hablar, escribir, leer, uso del espacio, de creer, memoria, entre otros.  A continuación se hará una reseña de las principales artes de hacer de la invención de lo cotidiano.

En el arte de hablar, según el autor, el acceso a la cultura empieza cuando el hombre ordinario se convierte en narrador.  Es decir, tiene la capacidad de reapropiación del lenguaje. Por esta razón el autor hace mención de Wittgenstein quien teoriza sobre los usos lingüísticos, en donde  el lenguaje tiene una multiplicidad de herramientas. Según Michel de Certeau: “tratar el lenguaje como un lenguaje ordinario, sin poder “dominarlo con la mirada”, sin visibilidad a partir de un lugar distante, es tomarlo como un conjunto de prácticas en la que se halla implicado y mediante los cuales trabaja la prosa del mundo” (2010:16). Desde la lógica el autor señala que en el arte de hablar existe la capacidad de los usuarios/as para el empleo del lenguaje.

Con respecto al arte de escribir, Michel de Certeau señala que esta es una actividad concreta de construir sobre un espacio propio: la página. El sujeto es el amo de la escritura.  En el arte de escribir se construye una realidad, y toma como ejemplo la novela de Robinson Crusoe escrita por el  inglés Daniel Defoe (publicada en 1719): “la novela combina tres elementos…: la isla que delimita un lugar propio, la producción de un sistema de objetos por parte del sistema dominante, y la transformación del mundo natural” (2010:150). La imagen del sujeto aislado que por medio del lenguaje se hace objetiva la realidad que se describe (la naturaleza de la isla y a otro habitante Viernes).  Por otra parte, se trabaja la idea de colocar el cuerpo (social y/o individual) bajo la ley de la escritura, según el autor: “lo que está en juego se refiere a la relación del derecho al cuerpo, un cuerpo en sí mismo definido, circunscrito, articulado por lo que se escribe de él” (2010: 152). El hombre ordinario al ser amo de la escritura abre la posibilidad que la historia se puede rehacer al partir del texto.

En el arte de leer, Michel de Certeau señala que la lectura se ha convertido en la acción del ojo.  Esta imagen sale del sentido común que la lectura es un acto pasivo.  El autor hace un símil entre la relación producción-consumo y escritura-lectura.  Así como se piensa que los consumidores son pasivos frente a los productos, de igual manera se piensa con los lectores frente a los textos.  Según el autor: “ayer, este texto era escolar. Hoy, el texto es la sociedad misma. Tiene forma urbanística, industrial, comercial o televisiva. Pero la mutación que ha hecho pasar de la arqueología escolar a la tecnocracia de los medios no ha dejado huella en el postulado de la pasividad propia del consumo: un postulado que, justamente, debe discutirse” (2010:179).  Por ese motivo, Michel de Certeau discute la pasividad de la lectura afirmando que dicha actividad se caracterizada por los avances, retrocesos, tácticas y juegos con el texto. Un ejemplo de la actividad de la lectura son los cursos de lectura veloz que representa la ausencia de pasividad de esta práctica cotidiana.

Otro tema de análisis de Michel de Certeau que destaca consiste sobre la práctica del espacio. Según el autor la ciudad está a merced de los movimientos contradictorios que se compensan y combinan fuera del poder panóptico. El andar es no tener lugar.  Los practicantes ordinarios de la ciudad tienen múltiples maneras de hacer en el espacio urbano. El autor señala lo siguiente: “estas prácticas del espacio remiten a una forma específica de operaciones (de maneras de hacer), a otra espacialidad (una experiencia “antropológica”, poética y mítica del espacio) y una esfera de influencia opaca y ciega de la ciudad habitada” (2010:105). Estas formas de prácticas microbianas, singulares y plurales que se escapan de la disciplina panóptica que observa desde la cima de los grandes edificios. 

En el arte de creer, Michel de Certeau entiende por creencia: “no el objeto de creer (un dogma, un programa, etcétera), sino la participación de sujetos en una proposición, el acto de enunciarla al tenerla cierta, dicho de otra manera, “una modalidad” de la afirmación y no su contenido” (2010:194).  El autor analiza este acto de creer en el campo religioso y político para analizar la transformación del creer en la sociedad: “en realidad (la historia y la semiótica lo muestran), la participación del creer pasa de mito en mito, de ideología en ideología, o de enunciado en enunciado” (2010:197). En este sentido, las organizaciones políticas sustituyen a las Iglesias como lugares de prácticas de creyentes. La transformación de la creencia pasa de creer en lo que no se ve hacia el creer en lo que se ve; el nuevo postulado es creer que lo real es visible. Según el autor: “el simulacro contemporáneo es en suma la localización última en creer en el ver; es lo visto identificado con lo que debe ser creído” (2010:203).

El texto de Michel de Certeau no apunta a estructurar un proyecto sobre la invención de lo cotidiano, sino una trayectoria. Lo cotidiano se inventa y se rehace. El autor señala que para dar cuenta de las practicas (el arte de hacer y reapropiar) es necesario la categoría de trayectoria: “debía evocar ésta como un movimiento temporal en el espacio, es decir, la unidad de una sucesión diacrónica de puntos recorridos” (2010:41). Esta visión diacrónica de las prácticas se antepone a la figura de puntos que conforman un lugar sincrónico o estático. El autor señala que la trayectoria se dibuja o proyecta sobre un plano recorrido de un caminante en la ciudad: “esta proyección significa que es posible tomar lo uno (lo descrito) por otro (las operaciones basadas en las ocasiones)” (2010:42).


Finalmente en la lógica del trayecto está la posibilidad de cambio en donde los supuestos consumidores “dominados” pasan a tener agencia en la manipulación y reapropiación de los productos por medio de la invención de lo cotidiano ampliando la noción de cultura y, por consiguiente, de las prácticas culturales. Si fuera lo contrario Michel de Certeau señalaría lo siguiente: “así, eliminar lo imprevisto o expulsarlo del cálculo como una actividad ilegítimo y destructor de racionalidad, es impedir la posibilidad de la práctica viva y “mítica” de la ciudad. Sería no dejar a sus habitantes más que los pedazos de una programación hecha por el poder del otro” (2010:223).  

Bibliografía

Michel de Certeau (2010) La Invención de lo cotidiano. Artes de hacer. México: Universidad Iberoamericana. Departamento de Historia del Instituto Tecnológico y Estudios Superiores de Occidente.