Muchas veces en conversaciones familiares cuando se ha tocado el tema de la CVR (a parte de fútbol, la religión, la política y los últimos chismes de bailando por un sueño), me tengo que enfrentar a un tío que es un militar retirado, a un primo que es aprista y otro fujimorista ¡Que bonita familia! Mi posición es a favor de la CVR y se podrán imaginar que siempre se arma un debate candente.
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Ahora quiero continuar con el debate analizando la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en relación a los sucesos ocurridos en el Penal Miguel Castro Castro en mayo de 1992 (http://gaceta.tc.gob.pe/cidh-caso.shtml?x=1803). Luego que mis familiares en mayoría cuestionaron duramente mi posición tuve que estar ausente en algunas reuniones familiares. Me fuí a la clandestinidad para repensar algunos puntos criticos del discurso de los Derechos Humanos (DDHH) en que es necesario profundizar en caso que ustedes también tengan una botina familia.
Irónicamente la sentencia de la CIDH se articula con las argumentaciones de mis familiares que no creen y aborrecen a la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Ellos señalan que la CIDH comprueba que los defensores de los Derechos Humanos sólo defienden a terroristas para culpar a las fuerzas armadas. La sentencia en cuestión considera a los senderistas asesinados en el Penal Castro Castro como “victimas”. Lo mismo opina la Sociedad Civil que asumen la defensa irrestricta de los DDHH: por algo no es gratis la convicción de Javier Ciurlizza en afirmar que los senderistas son “victimas”. Entonces la victimización de los senderistas viene a ser la posición afirmativa de los DDHH, lo cual no simpatiza con el partido de gobierno (APRA), los militares y mi bonita familia (APRA-Fujimorista).
El debate: víctimas vs criminales
El debate que se realizó luego de la sentencia entre los defensores de Derechos Humanos y los sectores que están en contra de la CVR se basa en la dicotomía víctimas vs criminales. Para un sector de la sociedad peruana los senderistas asesinados en Castro Castro son víctimas y para otro sector los senderistas muertos fueron criminales. Esta dualidad antagónica agudiza el sinuoso camino de la Reconciliación Nacional porque cada sector tiene su propia verdad.
El psicoanalista Jaques Lacan señala “que la verdad tiene estructura de ficción”, lo mismo sucede con las verdades expuestas en el debate dicotómico sin salida. Por un lado se estructura la “imagen legal de la verdad” respaldada por los defensores de los DDHH y, por otro lado, se estructura el “sentido común de la verdad” respaldada por los apro-fujimoristas. Centraré mi análisis en el primer tipo de verdad para ir más allá de la imagen legal que amolda una verdad absoluta por medio de medias verdades.
Para empezar mi posición discrepa con ambas verdades porque los senderistas asesinados no son víctimas ni criminales. Entonces ¿Qué son? Responderé la interrogante a través del método dialéctico hegeliano donde planteo como síntesis (negación de la negación) que los senderistas son “cómplices de su victimidad”. Es necesario preguntar ¿Qué tan víctima es la víctima? y ¿Cuál es la complicidad que tiene la víctima con su victimario? Las interrogantes tienen como objetivo analizar las fisuras de la imagen congelada e inmóvil de la víctima para visualizar su agencia social como víctima en relación con el victimario y conocer el grado de complicidad. Es importante historizar el papel de la víctima porque de lo contrario se puede caer en una esencialización de la víctima estructurando al “Otro victimado” puro y homogéneo. Estas imágenes estáticas y legales de la víctima no permiten analizar los casos donde existió la complicidad.
Según las conclusiones de la CVR Sendero Luminoso inició la Guerra Interna en 1980 (luego el MRTA) bajo su libre albedrío. Ellos iniciaron la guerra frontal contra el Estado bajo la consiga revolucionaria ¡Patria o Muerte: Triunfaremos! Los subversivos eran concientes que iniciaban una guerra y no eran ajenos a las consecuencias de dicho enfrentamiento: los militantes subversivos entregaban su vida, cuota de sangre, por la causa revolucionaria. En la guerra cualquier hueco es trinchera y el penal Castro Castro no fue ajeno a la violencia política, donde los senderistas (convictos y confesos) encontraron el fin que ellos buscaron en las "Luminosas Trinchereas de Combate", siguiendo las pautas de su consigna revolucionaria.
Según las conclusiones de la CVR Sendero Luminoso inició la Guerra Interna en 1980 (luego el MRTA) bajo su libre albedrío. Ellos iniciaron la guerra frontal contra el Estado bajo la consiga revolucionaria ¡Patria o Muerte: Triunfaremos! Los subversivos eran concientes que iniciaban una guerra y no eran ajenos a las consecuencias de dicho enfrentamiento: los militantes subversivos entregaban su vida, cuota de sangre, por la causa revolucionaria. En la guerra cualquier hueco es trinchera y el penal Castro Castro no fue ajeno a la violencia política, donde los senderistas (convictos y confesos) encontraron el fin que ellos buscaron en las "Luminosas Trinchereas de Combate", siguiendo las pautas de su consigna revolucionaria.
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En los militares existe algo parecido que se puede ejemplificar por medio de una canción, cuya letra dice: “Si te metiste a soldado ahora tienes que aprender”. Los militares también eran concientes que la defensa a la patria implicaba sus consecuencias sangrientas: “la vida por la patria”. La verdad de los hechos es que la lucha frontal entre ambas maquinas de guerra hicieron salpicar sangre de “civiles inocentes”.
Por este motivo, es necesario ir más allá de imagen legal de la verdad porque es una imagen que congela a la víctima donde todas las “víctimas son iguales”. No es lo mismo las victimas que buscaron su propio final entregando su vida a la causa revolucionaria o a la patria que las victimas inocentes. Cada caso de victimidad tiene su propia historia. Sí por un lado la verdad legal es irrefutable porque todas las víctimas son iguales ante la ley y los Derechos Humanos; por otro lado, a través de las ciencias sociales se cuestiona la homogeneidad absoluta de las víctimas para mostrar que la imagen de la verdad legal oscurece la historia de las complicidades en el periodo de violencia política en el Perú. La Sociedad Civil que defiende los DDHH se vuelven, sin querer queriendo, cómplices de la imagen legal de la semi-verdad.
Por este motivo, es necesario ir más allá de imagen legal de la verdad porque es una imagen que congela a la víctima donde todas las “víctimas son iguales”. No es lo mismo las victimas que buscaron su propio final entregando su vida a la causa revolucionaria o a la patria que las victimas inocentes. Cada caso de victimidad tiene su propia historia. Sí por un lado la verdad legal es irrefutable porque todas las víctimas son iguales ante la ley y los Derechos Humanos; por otro lado, a través de las ciencias sociales se cuestiona la homogeneidad absoluta de las víctimas para mostrar que la imagen de la verdad legal oscurece la historia de las complicidades en el periodo de violencia política en el Perú. La Sociedad Civil que defiende los DDHH se vuelven, sin querer queriendo, cómplices de la imagen legal de la semi-verdad.
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Los cómplices de la imagen legal de la verdad
Los defensores de los Derechos Humanos señalan que ellos no equiparan a la víctimas de SL y el MRTA con sus victimarios terroristas, pero más enfatizan, en sus constantes pronunciamientos en medios escritos y televisivos, que la igualdad de las víctimas ante la ley “donde el Estado de Derecho debe comportarse a la altura ética y legal que exige una verdadera democracia”. Esta imagen legal de la verdad difiere del sentir de miles de peruanos que sufrieron las consecuencias de la Guerra Interna iniciada por Sendero Luminoso y el MRTA. Esta brecha es aprovechado por la verdad del “Sentido Común” como es el caso de la Municipalidad del Distrito de Jesús María donde se intentó cerrar el memorial del “Ojo que Llora” para interrumpir el proyecto la “Alameda de la Memoria”. El discurso legal discrepa con la realidad social. Faltan canales y códigos que intermedien entre lo legal y lo real para evitar malos entendidos.
Los defensores de los Derechos Humanos señalan que ellos no equiparan a la víctimas de SL y el MRTA con sus victimarios terroristas, pero más enfatizan, en sus constantes pronunciamientos en medios escritos y televisivos, que la igualdad de las víctimas ante la ley “donde el Estado de Derecho debe comportarse a la altura ética y legal que exige una verdadera democracia”. Esta imagen legal de la verdad difiere del sentir de miles de peruanos que sufrieron las consecuencias de la Guerra Interna iniciada por Sendero Luminoso y el MRTA. Esta brecha es aprovechado por la verdad del “Sentido Común” como es el caso de la Municipalidad del Distrito de Jesús María donde se intentó cerrar el memorial del “Ojo que Llora” para interrumpir el proyecto la “Alameda de la Memoria”. El discurso legal discrepa con la realidad social. Faltan canales y códigos que intermedien entre lo legal y lo real para evitar malos entendidos.
Señalo que las ciencias sociales difieren con la monolítica visión legal de vardad que transforma a todas las víctimas como un todo homogéneo. Entonces bajo la lógica de la complicidad de las víctimas se tiene que buscar la verdad de los hechos y de las víctimas también por medio de una tipología. Más allá de la ley no todas las víctimas son iguales. Coincido con Javier Ciurlizza cuando señala: “puede ser cierto que a la sentencia le faltó una reflexión sobre el significado del contexto y las implicancias de Sendero Luminoso en el goce y disfrute de los derechos fundamentales” Pero más que un “puede ser cierto” yo diría "es totalmente cierto” porque a la corte le falto una reflexión del contexto. También coincido con Rosa María Palacios al señalar que a la corte le faltó sensibilidad social.
Las consecuencias de la fría y legal sentencia de la corte -compuesto por jueces extranjeros con pecho frió- es que más peruanos desconfíen en la posición de los Derechos Humanos en el Perú de hoy: “porque los defensores de DDHH sólo defienden a los terroristas”. Por ese motivo Alan García caprichosamente planteó como salida democrática un referéndum para aplicar la pena de muerte de terroristas (y violadores de niños). Imaginémonos radicalmente si el caudillo democrático lograra su cometido, entonces el remedio de reparación que exige la sentencia de la CIDH sería peor que la enfermedad. Los actores sociales que luchan por los DDHH serían cómplices que en sus reuniones y convocatorias siempre vayan los convencidos de siempre, para escuchar el rollo de siempre, por las mismas vacas sagradas de siempre en el templo de la verdad. La verdad sin complicidades, es decir, una media verdad.
Las consecuencias de la fría y legal sentencia de la corte -compuesto por jueces extranjeros con pecho frió- es que más peruanos desconfíen en la posición de los Derechos Humanos en el Perú de hoy: “porque los defensores de DDHH sólo defienden a los terroristas”. Por ese motivo Alan García caprichosamente planteó como salida democrática un referéndum para aplicar la pena de muerte de terroristas (y violadores de niños). Imaginémonos radicalmente si el caudillo democrático lograra su cometido, entonces el remedio de reparación que exige la sentencia de la CIDH sería peor que la enfermedad. Los actores sociales que luchan por los DDHH serían cómplices que en sus reuniones y convocatorias siempre vayan los convencidos de siempre, para escuchar el rollo de siempre, por las mismas vacas sagradas de siempre en el templo de la verdad. La verdad sin complicidades, es decir, una media verdad.
A modo de conclusión
La imagen legal de la verdad no se puede disociar de la realidad científica social que va más allá de la verdad maniquea del Sentido Común”. Las consecuencias de los malos entendidos lo pagamos todos los peruanos porque las heridas de la memoria siguen abiertas. Ahora respondo a la última interrogante de la reflexión de Javier Ciurlizza: “Los militantes de Sendero Luminoso no los hace necesariamente semi-víctimas”. Claro, no los hace semi-víctima porque son cómplices de su victimidad.
La imagen legal de la verdad no se puede disociar de la realidad científica social que va más allá de la verdad maniquea del Sentido Común”. Las consecuencias de los malos entendidos lo pagamos todos los peruanos porque las heridas de la memoria siguen abiertas. Ahora respondo a la última interrogante de la reflexión de Javier Ciurlizza: “Los militantes de Sendero Luminoso no los hace necesariamente semi-víctimas”. Claro, no los hace semi-víctima porque son cómplices de su victimidad.
Debo precisar que el ser cómplice de su victimidad no justifica para nada la violación a los Derechos Humanos. La importancia del concepto sirve para ampliar las coordenadas de análisis de la realidad social para entender y esclarecer hechos que se mantiene en la memoria de los peruanos.
Refuto la idea de la “victimización pura” de los senderistas asesinados por la sana necesidad de cuestionar algunas certidumbres del discurso de los DDHH que irónicamente adquieren “características de verdad revelada, de axioma que anula cualquier discusión” (Javier Ciurlizza). Esta es mi posición analítica para ir más allá de las certidumbres dicotómicas: victimas vs criminales.
Refuto la idea de la “victimización pura” de los senderistas asesinados por la sana necesidad de cuestionar algunas certidumbres del discurso de los DDHH que irónicamente adquieren “características de verdad revelada, de axioma que anula cualquier discusión” (Javier Ciurlizza). Esta es mi posición analítica para ir más allá de las certidumbres dicotómicas: victimas vs criminales.
Con el concepto de "complicidad de la víctima" saldré de la clandestinidad para reincorporarme a las reuniones con mi ¡bonita familia!. A parte de gorrear el respectivo lonche seguiré debatiendo y caminando por los sinuosos caminos de la Reconciliación Nacional.
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