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La construcción de una identidad es por medio de la negación del Otro,
por ejemplo: afirmo la identidad peruana negando la chilena, la identidad crema
negando la aliancista y la identidad de izquierda negando a la derecha (nuca
más). En esa lógica se puede comprender la necesidad de una identidad de
izquierda del Frente Amplio, lo cual es justo y necesario para la organización
política en su lógica: “es la hora de
pasar al frente: ¡unidos y a la izquierda por el Frente Amplio! Si bien en
el evento se hizo explícita la identidad de izquierda del frente, se había
idealizado en ciertos momentos el significante de “izquierda”,
algo que es necesario analizarlo.
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El objetivo del presente artículo es (des)esencializar el significante
de izquierda para contribuir a la crítica propositiva de dicho significante y
pasar al frente para luchar contra el olvido y la violencia política. En este sentido, se enfocará el papel del Partido
Comunista del Perú - Sendero Luminoso (PCP-SL) en el periodo de violencia
política 1980 – 2000. Sendero Luminoso tuvo un proyecto político de izquierda
que fue arcaico, atrasado y fundamentalista, el cual es menester hacer memoria
y enfrentar políticamente para que no se repita.
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Según
Carlos Iván Degregori la fuerza ideológica de Sendero Luminoso hizo que
funcionara como una máquina de guerra que desencadenó el mayor conflicto armado
en el siglo XX. El marxismo leninismo y maoísmo de Sendero Luminoso tuvo
una matriz ideológica fundamentalista cuasi religiosa. Estas coordenadas
ideológicas estructuraron que Sendero Luminoso ejerciera la violencia sin
límites contra el otro. La estructura social de desigualdad económica y social,
la discriminación racial, la opresión fueron los factores del caldo de cultivo
para el surgimiento de la violencia política. La violencia surgió políticamente
por el lado izquierdo, incluyendo al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA) que también tuvo protagonismo.
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Por ese
motivo, me extraña que se idealice el significante “izquierda” sin hacer una
crítica constructiva de la izquierda tanto de la versión destructiva (máquina
de guerra de Sendero Luminoso) como la democrática (con representación política
de los 80). Con respecto al papel de los partidos de izquierda en el periodo de
violencia política, Degregori también fue crítico. Él utilizó un concepto de
Carlos Tapia “concepción utilitaria y rentista de la democracia” para entender
el régimen político que se instaló en el 80. Según Degregori: “Los partidos,
desde la derecha hasta la izquierda se enganchan con el Estado y comienzan a
sacar renta, beneficio propio, sin pensar en el conjunto…no se pensó en la construcción
de una comunidad democrática”. De ahí la incapacidad de forjar consensos
y pactos políticos para enfrentar el tema antisubversivo.
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Con este
antecedente político el “nunca más” no debe ser con el PPC porque hubo la
ausencia de un pacto político entre los partidos de izquierda y derecha para la
construcción de una estrategia política antisubversiva. La fragmentación de la
clase política, según Degregori, obligó a los gobiernos sucesivos abdicar su
autoridad política y dejaron a los jefes políticos-militares el control
en las zonas de emergencia. Se tuvo como resultado el mayor genocidio del
siglo XX en el Perú en donde las principales víctimas fueron campesinos quechua
hablantes. Hechos que siempre son necesarios hacer memoria para que no se
repita, incluyendo la lucha contra la impunidad.
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Sendero
Luminoso y MOVADEF son la izquierda que se encuentran más allá del Frente Amplio
porque el frente construye el discurso de la democracia izquierda democrática.
Este tipo de izquierda rescata los valores ideológicos de la derecha como la
libertad, como lo había señalado Gustavo Guerra García en su exposición “es
necesario pensar con nuestra propia cabeza…la identidad democrática de
izquierda debe respetar la representación política, la libertad de prensa y la
división de poderes”. En esa lógica el Frente Amplio se amplía
ideológicamente a la derecha, pero sin participación de partidos políticos de
derecha. Ante la dictadura del proletariado de izquierda, surge la
identidad democrática de izquierda del Frente Amplio.
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Resulta
extraño el énfasis “nunca más” con el PPC cuando este partido puso su grano de
arena, militancia y aparato político para evitar la Revocatoria de Susana
Villarán. Que se niegue al PPC es un
derecho de la militancia y dirigencia del Frente Amplio, pero el acento “nuca
más” llama la atención. Reitero que el nunca más debe ser con la violencia
política porque la experiencia de la guerra interna ha mostrado la necesidad de
pactos de la clase política, desde la izquierda hasta la derecha, para que “nunca
más” se repita la violencia política en el Perú.
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Finalmente,
es necesario que continúen este tipo de eventos para construir colectivamente una
visión autocrítica y propositiva de la izquierda, evitando la idealización. Este
es uno de los retos que el Frente Amplio debe asumir como parte de su proceso
de construcción política identitaria para pensar en el conjunto del país en un
contexto post-violencia política.